La perfección de la creación muestra los silenciosos cuidados de Dios por sus criaturas.

Podemos observar muchísimas estrellas mucho mayores que nuestra tierra. Si tuviésemos una forma de vaciar el sol ¿sabe cuántas tierras podríamos poner en aquella parte hueca del sol? ¡Más de 1,3 millones de tierras! Y en este universo inmenso podemos encontrar muchísimos soles, muchísimas estrellas, pero todos como desiertos. Es muy difícil encontrar una estrella semejante a la tierra. Es como si en el desierto de este universo se encontrara un planeta, un oasis, llamado tierra.

Es interesante saber que si la capa terrestre fuese tres metros más gruesa, nunca más habría oxígeno; y si el océano se profundizara algunos metros más, tanto el oxígeno como el gas carbónico serían totalmente absorbidos; siendo así, no sería posible la existencia de plantas o seres animales en la tierra.

La tierra no es como la luna, cuya fuerza gravitacional es insuficiente para retener la atmósfera. La tierra es suficientemente grande y pesada para que la gravedad proveniente de eso pueda retener la atmósfera a fin de que no se disperse en el aire.

La capa de la atmósfera de la tierra es tan espesa que llega a una altura de 804.500 metros; es como una alfombra que cubre la tierra para evitar el choque fatal de los meteoritos. Esos meteoritos llegan a la tierra en un número de veinte millones por día, a una velocidad 80 veces más rápida que una bala. Por lo tanto, el impacto provocado por uno de esos pequeños meteoritos haría al hombre pedazos, tan sólo por el calor de su pasada.

Además de eso, nuestra atmósfera funciona como una buena defensa para protegernos de los rayos cósmicos. Es transparente para la luz solar, pero puede ser una defensa efectiva contra los rayos X, los rayos ultravioleta y otros rayos provenientes del espacio, que presentan elevados niveles energéticos. Por otro lado, la atmósfera tiene una espesura exacta que puede permitir el paso de los rayos actínicos, necesarios para la vegetación, para matar las bacterias y para producir vitaminas. Tales rayos son inofensivos para el hombre, a no ser que se exponga mucho tiempo a la acción de ellos.

Por ejemplo: si la rotación de la tierra fuese de la velocidad de 160.000 metros/h en vez de 1.600.000 metros/h, como sucede realmente, nuestros días y noches se prolongarían diez veces más, y el calor del sol quemaría todos los vegetales y los renuevos no subsistirían en una larga noche fría. Imagine cómo las personas que sufren insomnio soportarían una larga noche de 120 horas.

Además de eso, el eje polar de la tierra se inclina 23 grados en el plano de su rotación; esa es la razón por la cual tenemos las cuatro estaciones. Si no hubiese tal inclinación, todos los vapores de agua se trasladarían a los dos polos y allá formarían dos grandes continentes helados, dejando entre ellos una gran parte desértica; y sería tan grande el peso del hielo en los dos polos, comprimiéndolos de tal manera que el ecuador se dilataría como una barriga llena.

La distancia entre la tierra y el sol es exacta, pues el calor que recibimos del sol no es ni excesivo ni escaso. Si hubiese una variación de 100 grados, en promedio, por año, en la temperatura de la tierra, todos los seres vivientes morirían calcinados o congelados. Por esa razón, entre los billones de soles que hay en el universo, nuestro sol es exactamente apropiado para nosotros.

Los científicos están buscando otra estrella semejante a la tierra en este universo. Pero es muy difícil encontrar tal estrella. Están queriendo que tal vez otro ser humano nos dé una señal. Pero ¿será que van a oír alguna señal?

Tomado de «Los números en la Biblia».