– Mateo 25:1-13.

Mateo es el único de los cuatro evangelistas que usa la expresión “reino de los cielos”. Esto es porque su evangelio fue escrito para los judíos, y revela a Cristo como el Rey de reyes. El Señor Jesús usó esta parábola cuando hablaba sobre su segunda venida, en los capítulos 24 y 25. Esto nos muestra que se refería allí al reino milenial y no a la salvación o condenación de los hombres. Hablaba de lo que ocurriría después de su retorno y de la entrada al reino.

Esta parábola habla de todos los que han sido regenerados, ya que la virginidad es la característica de una nueva criatura (2 Cor. 11:2). El 10 es un número completo, y las diez vírgenes aluden a todos los santos. Sin embargo, cinco eran prudentes, y las otras cinco eran necias. Y no solo la virginidad, sino también la lámpara, nos muestra la regeneración de ellas, pues el espíritu del hombre es la lámpara del Señor (Prov. 20:27), y el aceite en la lámpara es su Espíritu (Zac. 4:1-6).

Pero notemos que las lámparas de las insensatas se estaban apagando. Esto nos da evidencia de que no es una cuestión de salvación, sino del reino, pues el propio Señor dice en Isaías 42:3 que el pábilo que humea no será apagado. La salvación permanece como gracia eterna en la vida de esos cristianos. El perjuicio será en el reino; temporal, pero doloroso. Como dice el Señor, con “lloro y crujir de dientes”.

El verso 7 nos muestra otra revelación de gracia – que todos los salvados resucitarán juntos. A la voz del esposo, todas despertaron del sueño, todas se levantaron. Entonces, ¿dónde está la diferencia entre las prudentes y las insensatas? Solo en el aceite de las lámparas. Si todas tenían lámparas, ¿qué significa el aceite en las vasijas? La comunión de los santos, la llenura del Espíritu. Pablo nos enseña esto en Efesios 5:18-19.

El aceite para las vasijas solo se adquiere en la comunión de los santos, a través de todos los santos (Ef. 3:18). Es el óleo que desciende de la cabeza que es Cristo hasta la orla de los vestidos – la iglesia (Sal. 133). Solo esta comunión nos puede llenar del Espíritu. Es el aceite de la unción que permanece en nosotros (1 Jn. 2:27). Las insensatas, que menospreciaron la comunión, al regreso del Señor, quedarán fuera.

En aquel día, los insensatos no podrán tomar de ese aceite que solo puede ser adquirido en la comunión de los santos. Por tanto, hermanos amados, no seamos necios, sino procuremos saber cuál es la voluntad del Señor (Ef. 5:17).

323