En el mundo se han dicho muchas frases célebres. Algunas de ellas han inspirado vidas y han sostenido proyectos y grandes empresas. Por ejemplo, hay una frase de Martin Luther King que dice: “Hoy tendré un día muy pesado; tendré que doblar dos veces mis rodillas”. ¡Que gran verdad! Y qué decir de cada una de las palabras de nuestro Señor Jesucristo. ¡Llenas de gracia y verdad; de sabiduría y ciencia; de justicia y amor! Verdaderamente de sus labios destilaba miel.

Existe una frase en las Escrituras que resume maravillosamente cómo debe ser nuestro caminar por este mundo. La encontramos en el relato de la vida de José, uno de los doce hijos de Jacob. Sabemos que su vida no fue fácil; se enfrentó a muchas vicisitudes y traiciones, pero también conoció la alegría que proporciona el bienestar, las riquezas y el poder. En estos dos ámbitos de la vida – la riqueza y la pobreza; los buenos momentos y las adversidades – hubo algo que sostuvo la vida de José, esto es: “…pero Dios estaba con él” (Hechos 7:9b). Esta declaración debe ser, sin duda, el mejor resumen de la vida de un hombre sobre la tierra.

José fue capaz de soportar todo lo que vivió porque sostuvo su vida en esta declaración. Él sabía que Dios estaba con él.

Hay dos momentos en la vida de José en los que se menciona esta frase: El primero de ellos ocurre cuando es comprado por Potifar, oficial de Faraón, quien al ver que Dios estaba con José y, por tanto, todo lo que él hacía el Señor lo prosperaba, lo puso a cargo de su casa y “…entregó en su poder todo lo que tenía”. A pesar de la traición de sus hermanos, el Señor lo agració y lo bendijo. “Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio” (Gén. 39:2) Ahora es interesante consignar que, la razón de la gracia hallada en José no reposa en una cualidad personal o capacidad especial, sino en el hecho de que Dios estaba con él.

El otro momento en que esta frase es mencionada, es cuando José es echado a la cárcel, producto de las injurias de la esposa de Potifar, quien lo acusa de haberla deshonrado. Este hecho debió haber causado una profunda tristeza en el corazón de este joven; otra vez su vida se tornaba difícil y cuesta arriba. Pero había algo que sostenía su vida aún en ese momento: “Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José…” (Gén. 39:20-21). ¡Tanto en la prosperidad como en la cárcel, la presencia de Dios siempre estuvo con José! ¡Qué importan las circunstancias, favorables o desfavorables, lo más importante es que Dios está con nosotros!

Lo único que puede sostener nuestras vidas, en cualquier circunstancia, es la presencia de Dios en nosotros. ¡Su presencia es nuestra mayor bendición! Procuremos buscar siempre su presencia, pues, si él está, todo está bien.

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