Es impresionante ver cómo Enoc tenía ‘la fe del arrebatamiento’.

Enoc fue un personaje del Antiguo Testamento de cuya vida podemos rescatar algo de bastante ayuda. Nosotros no sabemos exactamente cuando él se arrepintió, o qué tipo de vida vivió antes de los sesenta y cinco años de edad. No obstante, por el registro bíblico, sabemos que él comenzó a andar con Dios después de haber engendrado a Matusalén, a los sesenta y cinco años de edad. A partir de este momento, su vida pasó por una trágica mudanza.

«Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas» (Gén. 5:21-22). Posiblemente esto aconteció porque él vio una profecía. El vivió en la tierra un total de 365 años (Gén. 5:23), pero durante los últimos trescientos de esos años, él «anduvo con Dios». Por tanto, el nacimiento de su hijo debe haber tenido un profundo efecto sobre él.

Además de esto, si nosotros calculamos cuidadosamente los años que Matusalén vivió, descubriremos que el diluvio ocurrió exactamente en el año en que éste falleció. Y así es evidente que, al nacer su hijo Matusalén, Dios mostró a Enoc una terrible tribulación venidera que acometería a la tierra. El fue despertado y movido por el temor de Dios.

Es interesante notar que cuando Noé predicaba la justicia, Enoc predicaba el juicio. Noé predicó el camino de la salvación porque Dios le dijo que construyese un arca de salvación. Enoc predicó el juicio porque fue sobre eso que su hijo dio testimonio. Nosotros solo podemos predicar aquello que nos ha afectado interiormente.

Por la fe, Noé preparó el arca. Por la fe, Enoc tomó el beneficio de andar con Dios. Haríamos bien en saber que los pecadores serán juzgados, que la carne será juzgada, y que el mundo será juzgado. «Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2ª Ped. 3:10).

¿Amaremos al mundo si sabemos verdaderamente que tal es su fin? ¿Hemos oído de algún hombre que, aun sabiendo que determinado banco iría a la quiebra, depositara intencionalmente su dinero allí? Si él supiese de la inminente falencia de aquel banco, nunca depositaría dinero alguno en él. De la misma forma, entonces, nosotros, los que sabemos cuál será el fin del mundo, que incluso éste será quemado, nunca más deberíamos amarlo.

Enoc percibió el significado de Matusalén y fue, por tanto, despertado a las cosas espirituales. A partir de entonces, él siempre anduvo con Dios, y finalmente fue arrebatado al cielo, como nos cuenta el registro de Génesis, con respecto al final de su vida: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Gén. 5:24).

Las circunstancias en que Enoc vivió

¿Podría alguien jamás decir que las circunstancias de Enoc eran mejores que las de otros, y que esta era la causa de su caminar con Dios? No lo creo así al mirar la situación de su familia: «Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas» (Gén. 5:22).

Algunas personas tienen la idea de que es natural para un predicador andar día y noche con Dios, pero, para aquellos que tienen la carga de muchos quehaceres en sus familias, eso sería algo imposible. Noten, sin embargo, lo que la Biblia nos cuenta sobre el primer hombre que anduvo con Dios: anduvo con él, y sin embargo, engendró hijos e hijas que necesitaban de cuidados.

Otros sostienen el argumento de que no logran andar con Dios porque necesitan trabajar largas horas en fábricas y estar rodeados por el bullicio de muchas máquinas. Sin embargo, mientras Enoc anduvo con Dios por trescientos años, él no estuvo exento de la carga del bullicio de muchos hijos.

La vida que nosotros recibimos no debe ser manifestada solo en circunstancias buenas, agradables; ella es concebida para ser manifestada en toda y cualquier circunstancia, sea la que fuere. Esta no es meramente una cuestión de andar con Dios bajo circunstancias buenas; es una cuestión de ser capaces de andar con Dios en todo tiempo y bajo cualquier condición.

Muchos cuidados con los hijos o muchos cuidados con la familia no pueden impedir a un verdadero creyente andar con el Señor. No importa cuán pesadas sean estas cargas y responsabilidades familiares (¡y ellas realmente no son leves!), Un verdadero cristiano no se verá enmarañado por estas cosas, como generalmente ocurre con los incrédulos. Él es capaz de andar con Dios bajo cualquiera de estas circunstancias.

Notemos, además de eso, el tiempo en el cual que Enoc vivió fue un período muy negro. En los días de Enoc, Adán aún estaba vivo y en Génesis 4 vemos que los descendientes de la simiente de Caín aún estaban presentes en la tierra. ¿Cuál era la condición de ellos? «Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila» (versículo 19). Lamec fue el primer hombre en quebrar la regla establecida por Dios de que cada marido tuviese una sola esposa. Posteriormente, la costumbre de la poligamia se esparció por toda la tierra.

«Ada» significa «placer» o «adorno» o «la enfiestada». Esto podría indicar que las mujeres de aquella época estaban volviéndose conscientes de la moda, y se estaban inclinando a la lujuria. «Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados» (v. 20). Esta es la primera mención de cómo los hombres obtendrían provecho a través de la crianza de ganado.

«Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta» (v. 21). En esta época los hombres ya habían comenzado a prestar atención a la música y a la diversión. «Y Zila también dio a luz a Tubalcaín, artífice de toda obra de bronce y de hierro» (v. 22). Tales instrumentos cortantes de bronce y hierro estaban comenzando a ser moldeados como armas de guerra. La guerra, por tanto, debe haber tenido también su inicio en esa época.

Ahora, en medio de todas esas condiciones, nosotros vemos que Enoc andaba con Dios. La vida licenciosa, los planes para obtener lucro, la moda y las ropas, la orientación hacia la diversión, y la fabricación de armas, ¿no son reales todos estos fenómenos en nuestros propios días? Sin embargo, Dios nos muestra aquí como Enoc, en sus días, fue capaz de andar con él por trescientos años en una época como aquella. Y, ¿qué ocurre con nosotros hoy? ¿Estamos andando con Dios?

G.H. Pember, de Inglaterra, fue alguien que conoció el Señor profundamente. Hace muchas décadas, él profetizó que la gente en el mundo iría, en lo sucesivo, a prestar más atención que antes a la música, a un más elevado conocimiento y a la fabricación de armas. Sabemos que todo esto es real ahora. Sería bueno si, en circunstancias tales como estas, nosotros pudiésemos comenzar a andar con Dios hoy, tal como Enoc lo hizo en sus días.

El arrebatamiento de Enoc

«Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios» (Heb. 11:5). ¿Cómo fue Enoc trasladado o arrebatado? Por la fe, dice el escritor de Hebreos. ¿Cómo fue que él tuvo testimonio de haber agradado a Dios? Él anduvo trescientos años con Dios. Antes de su arrebatamiento, Enoc ya había dado testimonio de haber agradado el Señor. Al andar con Dios, él agradó a Dios. Y, por la fe, fue tomado por Dios.

Cada uno de nosotros debe andar así, hasta que también recibamos testimonio de que hemos sido agradables a Dios, y entonces, por la fe, también seremos arrebatados. ¡Que Dios nos dé la fe del arrebatamiento!

Es impresionante ver cómo Enoc tenía esta fe. Uno de los motivos de su fe era que él andaba en buena conciencia para con Dios. Fe y conciencia están conectadas. Cuando es abierta una brecha en la conciencia, la fe es destruida. La fe se vaciará por esa brecha en la conciencia, y sin fe no puede haber arrebatamiento. ¿Por qué tantos creyentes no pueden creer en el arrebatamiento? Porque no caminan con Dios. Si andamos día a día con nuestro Dios, nos será dada la fe del arrebatamiento.

Las palabras de Hebreos 11:6 siguen inmediatamente a las del versículo 5: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan». Aquí se nos dice que debemos creer en dos cosas. Primero, debemos creer que «Dios es», o sea, tenemos que creer que Dios es aquello que él dice ser. En segundo lugar, tenemos que creer que Dios recompensará a todos los que le buscan.

A través de este versículo, comprendemos que la fe de Enoc tenía estos dos elementos: primero, él creía que Dios era aquello que Él decía que era; y al mismo tiempo, él buscó diligentemente andar con Dios, creyendo que sería recompensado. Enoc buscó ser librado de la tribulación futura que le fue anunciada en ocasión del nacimiento de su hijo, y así Dios lo recompensó, arrebatándolo.

¿Alguna vez ya hemos pedido a Dios que nos libre de la gran tribulación que vendrá sobre toda la tierra? Noten lo que Jesús advirtió a sus discípulos que hiciesen: «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre» (Lucas 21:36).

Muchos toman esta palabra de nuestro Señor e interpretan que, aquellos que vigilan y obran, serán liberados por Dios de la gran tribulación que vendrá. Pero, en verdad, este es un llamado a una oración específica; o sea, que los creyentes deben vigilar y orar en todo tiempo para que Dios los libre de la gran tribulación que está por venir. Ahora, esta era realmente la oración de Enoc. Y quienquiera que hoy ore así, será también arrebatado.

Si nosotros aguardamos el retorno de nuestro Señor, oraremos fervientemente para que Dios nos libre de la tribulación venidera. Cada día que pasa, el arrebatamiento está más cercano. Caminemos delante de Dios con una conciencia libre de ofensas, esperando sinceramente el arrebatamiento. Entonces, vamos a creer en Dios y vamos a orar a Dios.

Hoy es el tiempo en el cual él nos está preparando. ¿Nosotros creemos que seremos arrebatados? ¿Oramos para que podamos ser librados de la gran tribulación venidera? ¿Cuántas de nuestras oraciones han tenido respuesta? ¡Deberíamos, por lo menos, tener esta oración respondida! Continuemos orando en todo tiempo hasta que Dios nos responda esta oración.

Con respecto a esta cuestión de andar con Dios, es bueno que comencemos bien y continuemos bien, pero es altamente importante que también terminemos bien. Muchos empiezan bien en su caminar con Dios, pero desgraciadamente su término no es en gloria. Muchos se atemorizan cuando oyen sobre la gran tribulación y el juicio que está por venir.

Sin embargo, es necesario ver que el arrebatamiento no es algo que acontece de súbito en la historia. El hecho es que el arrebatamiento ocurre apenas después de un andar diario con Dios, hasta que tú seas tomado por él, así como el registro en Génesis dice acerca de Enoc: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (5:24).

El cambio que está por venir «en un momento, en un abrir y cerrar de ojos» –como dice 1ª Corintios 15:52– se refiere al cuerpo, no a la vida. Ser arrebatado es una cuestión de andar con Dios y no de levantar el vuelo. ¡Vamos a andar y andar, y seguiremos andando con el Señor directo hacia la gloria!

Un hermano observó que la experiencia de un cristiano es como una cadena – el eslabón de la muerte, de la resurrección y del arrebatamiento, repetido sin cesar, eslabón tras eslabón, hasta que el cristiano alcance la gloria. Una muerte más, significa una llenura más con la vida de resurrección, la cual, en retorno, significa un aproximarse más y más al arrebatamiento.

Déjenme repetir que el arrebatamiento no es solo un evento histórico accionado en un determinado punto del tiempo, sino que es, más que eso, una experiencia construida gradualmente hasta que, automática e instantáneamente, culmina en gloria. Enoc anduvo con Dios por trescientos años. En la época en que fue arrebatado, sin duda, él estaba bastante familiarizado con Dios.

Un hermano dijo que, por desgracia, al llegar al cielo, muchos se sentirán extraños en la presencia de Dios por no haber conversado tanto con él en la tierra. Oh, día a día, caminemos paso a paso con Dios, hasta que seamos enteramente santificados.

Que Dios nos conceda su gracia, para que podamos andar diariamente con él, tal como lo hizo Enoc. Pues, si Enoc lo logró, ¿hay alguna razón por la cual nosotros no podamos hacerlo?

Tomado de Á Maturidade.