Un modo de pensar y sentir que continúa afectando y moldeando la cultura occidental.

En uno de sus diálogos, Platón citó al pensador Protágoras, diciendo que cualquier cosa «es para mí lo que a mí me parece, y para ti lo que a ti te parece»1. Esto suena muy contemporáneo. Escuchamos lemas que declaran «eso es verdad para ti, pero no para mí» o «esa es solo tu perspectiva». Estas frases reflejan el modo de sentir postmodernista que continúa afectando y moldeando la cultura occidental.

¿Cómo descendió el postmodernismo a nuestra civilización? ¿Qué es el postmodernismo? ¿Cuáles son las características que lo definen? Discutiremos brevemente estas preguntas y algunas otras cosas.

¿Cómo surgió el postmodernismo?

Claro, el término postmodernismo presupone una era que lo precedió: el modernismo. Pero debemos entender también que el modernismo fue una reacción al pre-modernismo.

Pre-modernismo: Antes del siglo XV, los occidentales creían que Dios (o lo trascendente, o el reino sobrenatural) era la base de los conceptos morales absolutos, la racionalidad, la dignidad humana y la verdad. Como lo expresó el célebre teólogo cristiano Anselmo (n. 1033 d.C.) que dijo: «Creo para entender» (credo ut intelligam). Él hablaba de una «fe que buscaba entendimiento» (fides quaerens intellectum). Es decir, el punto de partida hacia el conocimiento y la sabiduría era Dios, quien proporcionaba el lente con la que uno podía interpretar adecuadamente la realidad y la experiencia humana. Teniendo fe en Dios, el mundo podía entenderse correctamente.

Modernismo: Luego llegó el filósofo René Descartes (1596-1650). Como católico romano, le preocupaba el escepticismo filosófico y la incertidumbre teológica de su tiempo, debida a la reforma protestante. Así que se embarcó en un «viaje escéptico» en busca del conocimiento absolutamente verdadero. Como parte de su proyecto, decidió dudar de todo: Tal vez un genio malicioso estaba jugueteando con su mente… o tal vez todo era una ilusión. Pero concluyó que por lo menos sabía que estaba dudando, lo cual es una forma de pensamiento. Su conclusión: «Pienso, luego existo» (lat., cogito, ergo sum). Así que sin darse cuenta, el proyecto de Descartes sacó a Dios del centro del escenario y lo reemplazó por el pensador humano como punto de partida. El efecto sería trascendente.

El racionalismo de la Ilustración europea (1650-1800) reflejó este cambio. Este período se caracterizó por su optimismo hacia el potencial y la razón humanos, pero también por su escepticismo hacia la autoridad de la iglesia y la doctrina cristiana (dogma).

Este fue solo uno de muchos proyectos modernistas que asumían que la dignidad humana, la verdad y la razón podían conservarse sin Dios. Además del racionalismo y su énfasis en la razón, estaban el romanticismo, y su én-fasis en el sentimiento, el nacional socialismo y otros esquemas utópicos que buscaban eliminar a Dios como punto de partida del entendimiento y el vivir. La visión judeocristiana del mundo, que había influenciado profundamente a occidente, ahora estaba siendo desafiada.

Postmodernismo: Luego de dos guerras mundiales, un clima postmodernista empezó a impregnar a occidente. La confianza en el progreso y la autonomía humana se estrelló contra las rocas de Auschwitz y los gulags soviéticos. Sistemas o «grandes historias» (metarrelatos) como el totalitarismo, el cientificismo o el racionalismo terminaron por oprimir «al otro», es decir, a los judíos, a los capitalistas, etc. Dichos sistemas resultaron ser un total fracaso. Así que con el postmodernismo no solo Dios fue excluido como el fundamento que da sentido a la realidad y la experiencia humanas; no podemos hablar de ninguna realidad, razón o moralidad universales. Lo único que tenemos son perspectivas fragmentadas.

Si la revolución francesa y la toma de la Bastilla en París (1789) son la imagen del cambio hacia el modernismo, la caída del muro de Berlín, exactamente doscientos años después (1989), simboliza el fracaso del modernismo y el surgimiento del post-modernismo.

¿Qué es el postmodernismo?

En una famosa declaración del fin del modernismo, simbolizado por Auschwitz, el postmodernista francés Jean-François Lyotard preguntó: «¿Después de los metarrelatos, dónde puede residir la legitimidad?» Entonces, ¿qué es el post modernismo? «Simplificando hasta el extremo, yo defino lo postmoderno como la incredulidad hacia los metarrelatos»2.

Es decir, el postmodernismo es profundamente escéptico (o receloso) hacia los grandes sistemas o historias explicativos. También critica todo criterio que proclame ser neutral, imparcial o racional.

El filósofo cristiano Merold Westphal observa que el modernismo se caracterizaba por la búsqueda de: a. La certeza absoluta (piense en Descartes); b. El totalismo, ese sistema «todo-incluyente» (metarrelato)3.

Los modernistas intentaron crear «grandes historias» –sin referencia a Dios– sobre las cuales fundamentar la dignidad humana, la libertad, la moralidad y el progreso.

Mientras que el modernismo buscaba sistemas totalizantes y una certeza absoluta, el postmodernismo ahora los pone en duda de dos maneras. Para contrarrestar el totalismo, el postmodernismo asevera que frecuentemente utilizamos la «razón» para buscar el cumplimiento de nuestros intereses y deseos; la «verdad» es cualquier cosa que fomente mi voluntad o intereses (o los de mi grupo). Hay una «agenda política» en cualquier cosa que declaremos como verdad. El conocimiento no es neutral (esta observación utiliza la «hermenéutica de la sospecha»). En respuesta a la certeza imparcial, el postmodernismo enfatiza que nuestras ideas y juicios están incrustados en un contexto histórico-cultural; así que nunca podemos salirnos totalmente de dicho contexto por pura reflexión. (A esto se le ha llamado la «hermenéutica de la finitud»)4.

Características del postmodernismo

Echaremos un vistazo solo a algunas de las principales características del pensamiento postmodernista.

Antidualista: Los post modernistas aseveran que la filosofía occidental creó dualismos (falso/verdadero, bueno/malo) y así excluyó del pensamiento ciertas perspectivas. Por otro lado, el postmodernismo valora y promueve el pluralismo y la diversidad (más que negro contra blanco, occidente contra oriente, hombre contra mujer). Asegura buscar los intereses de «los otros» (los marginados y oprimidos por las ideologías modernistas y las estructuras políticas y sociales que las apoyaban).

Cuestiona los textos: Los post modernistas también afirman que los textos históricos, literarios o de cualquier otro tipo no tienen autoridad u objetividad inherente para revelar la intención del autor, ni pueden decirnos «que sucedió en realidad». Más bien, estos textos reflejan los prejuicios, cultura y época particulares del escritor. El historiador australiano Keith Windschuttle ha hecho notar que durante los últimos 2400 años, los críticos asumieron que la verdad estaba todavía al alcance del historiador, pero «los nuevos teóricos que dominan las humanidades y las ciencias sociales aseveran que es totalmente imposible decir la verdad acerca del pasado o utilizar la historia para producir conocimiento objetivo en cualquier sentido»5.

El giro lingüístico: El postmodernismo argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento y que no puede haber ningún pensamiento sin lenguaje. Así que el lenguaje crea literalmente la verdad. Como Richard Rorty argumenta: «Donde no hay discurso, no hay verdad»6. Así que la verdad se crea y no se descubre. Friedrich Nietzsche argumentaba: «No hay hechos eternos, así como no hay verdades absolutas»7.

La verdad como perspectiva: Además, la verdad es cuestión de perspectiva o contexto más que ser algo universal. No tenemos acceso a la realidad o a la forma en que son las cosas, sino solamente a lo que nos parece a nosotros. Como no podemos salirnos de nuestro contexto para tener la «perspectiva de Dios» acerca de las cosas, debemos aceptar que nuestro pensamiento está moldeado por fuerzas que están más allá de nuestro control. Somos como Truman Burbank en la película The Truman Show. Sin saberlo, él es la estrella de una producción en un ambiente controlado (seaheaven), donde 5,000 cámaras vigilan cada uno de sus movimientos; todos, excepto Truman, están actuando. Similarmente, nosotros nos encontramos con que somos lanzados a un contexto, sin forma de escapar de él.

Por supuesto, podemos agradecer muchas de las críticas del postmodernismo al modernismo. El postmodernismo plantea importantes preguntas con respecto a las genuinas limitaciones del hombre o sus prejuicios y a la postura problemática de tener que creer solamente lo que sea absolutamente seguro. Pero en muchos aspectos, el postmodernismo plantea preguntas conflictivas y profundas contradicciones: ¿Cómo puede alguien negar la verdad universal sin afirmarla de alguna manera, por ejemplo al decir: «¿Es universalmente cierto que no existe la verdad?»? ¿Acaso no sería un hecho universal el que no hubiera hechos universales? ¿Acaso la postura de que «todo es cuestión de perspectiva» no intenta más que afirmar la perspectiva de alguien? ¿Acaso quienes ponen en duda que podamos conocer las intenciones del autor no están expresando por escrito sus propias intenciones muy particulares? ¿Acaso el rechazo de los metarrelatos o grandes historias no es un tipo de metarrelato en sí mismo?

Ahora veremos qué lecciones podemos aprender de los postmodernistas, cuáles son los problemas del pensamiento postmodernista y cómo comunicar a ellos nuestra fe con mayor eficacia.

Lecciones que aprender de los postmodernistas

¿Qué lecciones podemos aprender de los postmodernistas y qué conexiones podemos hacer con ellos?

a. Los cristianos deben sospechar de ciertas posturas modernistas y su supuesta certeza científica o filosófica. Estamos limitados, «vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo» y «[conocemos] de manera imperfecta» (1 Cor. 13:12, NVI). Mucho de lo que sabemos es o probable, altamente probable o plausible -no 100% seguro- pero eso no significa que no sepamos verdaderamente las cosas. Lo único que necesitamos es ser un poco más modestos al decir que sabemos algo.

b. Los cristianos debemos reconocer que todos tenemos prejuicios y que estamos limitados por nuestro lugar en la historia y nuestra cultura. El pensamiento modernista enfatiza que el conocimiento y la razón son imparciales y neutrales. El postmodernismo debe llevar a los cristianos a ser más humildes. Debemos darnos cuenta de nuestros prejuicios, perspectivas (que no son erróneas en sí mismas) y nuestra tendencia al autoengaño. Cuando nos demos cuenta de estar equivocados, debemos alinear nuestra vida con la realidad de las cosas. Ahora bien, si alguien negara que existe la perspectiva de Dios, sería un ateo o anti-teísta de algún tipo. Pero si Dios existe, entonces existe la perspectiva de Dios de las cosas y puede ser que Dios haya revelado parte de esta perspectiva de las cosas a los seres humanos, para que pudieran conocerlas en realidad.

c. El postmodernismo ve correctamente el peligro de las utopías optimistas; los postmodernistas nos recuerdan nuestra gran capacidad de fallar (los cristianos incluirían aquí la palabra «pecado»), así como de oprimir «al otro». Los humanos tenemos la tendencia a engañarnos a nosotros mismos y racionalizar las cosas. Nuestra profunda naturaleza pecaminosa evita que podamos lograr utopías en la tierra. Debemos ser constantemente autocríticos y recelosos de valores que se opongan al reino de Dios, los cuales pueden introducirse fácilmente en nuestra mente. Sin embargo, nuestro cedazo interpretativo central (hermenéutico) no debe ser de sospecha, sino de confianza y caridad, y que afine nuestra relación con Dios y con los demás.

d. Debemos apreciar la diversidad cultural y étnica (más que tratar a la gente como «los otros») y mostrar mucha gracia hacia los no cristianos, ya que nosotros mismos hemos sido salvados por la gracia de Dios. El colonialismo, la opresión y la esclavitud no siguen al cristianismo. La Biblia expresa sensibilidad hacia los débiles, los oprimidos y los que sufren, como es el caso de los huérfanos, viudas y extranjeros. Dios mismo sufre con nosotros (ver Mat. 25:31-46; Hch. 9:4).

Los cristianos deben mostrar que su «gran historia» es plausible y no inherentemente opresiva; por el contrario, somos creados por Dios para prosperar cuando nos relacionamos correctamente con él y con los demás. Como somos depositarios de la gracia de Dios, no tenemos derecho a pensar que somos superiores a los no cristianos. Además, el cristianismo tiene su parte de diversidad en la expresión de la fe (p. ej., note la diversidad existente entre la iglesia cristiana de los Amish y la iglesia copta de Egipto).

Problemas del postmodernismo

A pesar de tener ciertas áreas de concordancia con el postmodernismo, los cristianos deben ser críticos respecto a algunos de sus supuestos.

a. La mayoría de los filósofos post-modernistas dan sencillamente por hecho el ateísmo en lugar de apoyarlo con razonamientos. Estos herederos intelectuales de Friedrich Nietzsche y Jean-Paul Sartre tienen una orientación teológica predominantemente negativa, y parecen estar contentos con la idea de permanecer en su postura.

Además, muchos de estos pensadores dan un salto ilegítimo desde la simple pregunta de si es posible hablar de Dios hasta la completa negación de su existencia.1 Dado el impresionante resurgimiento del teísmo y los argumentos a favor de la existencia de Dios a lo largo de los últimos cuarenta años, tal suposición es aún más alarmante.

b. Debe quedar expuesta la tendencia de los postmodernistas a sustituir sin más ni más un sistema, o metarrelato, por otro. El postmodernismo rechaza o sospecha de cualquier gran historia con la que podamos dar sentido a nuestra experiencia y realidad. El postmodernismo da lugar a muchos minirrelatos o perspectivas filosóficas de individuos o culturas, pero eso es todo. Sin embargo, este rechazo a los metarrelatos se refuta a sí mismo: tenemos una gran historia totalizante que intenta dar sentido o interpretación a toda la realidad de la experiencia humana en la forma de relatos menores: ¡es una gran historia que niega las grandes historias!2

Así que debemos preguntar a quienes dicen que no hay una gran historia: «¿No es esa misma una gran historia, no solo mi historia individual?» Preguntemos a los que niegan que podamos tener acceso a la realidad: «¿Cómo puedes saber que no podemos tener acceso a la realidad a menos que tú mismo tengas acceso a ella para que puedas comunicarla al resto de nosotros?». ¿Y qué hay de los que dicen: «Todo es cuestión de perspectiva»?. ¿Acaso no es ésa su perspectiva? Si lo es, entonces es trivial (es solo una entre muchas); si no lo es, entonces se refuta a sí misma, ya que viene a constituirse en una declaración universal abrumadora que se aplica a todas las personas y culturas. Lo mismo pasa con quienes afirman que no hay hechos (solo interpretaciones); que nosotros moldeamos nuestra propia realidad; que no hay intención objetiva del autor; que el lenguaje evita que tengamos acceso a la realidad, etc.

El filósofo de Princeton, Diógenes Allen hace notar la manera en que el postmodernismo frecuentemente exhibe una certeza dogmática acerca de la incertidumbre: «la única forma en que puede sostener su perspectiva de la vida humana y del universo es olvidar que las limitaciones que encadenan a otros a un tiempo y lugar también se aplican a sí mismo».3

c. Podemos tener conocimiento objetivo, aunque no estemos completamente seguros. Aunque tenemos limitaciones, podemos saber cosas verdaderas para toda la gente. Muchas personas piensan (siguiendo a René Descartes) que el conocimiento exige un cien por ciento de certeza.

Esto implica que si no sabemos con absoluta certeza, entonces estamos atascados en el lodazal del escepticismo.

Sin embargo, hay cosas que podemos saber con confianza, aunque no sean cien por ciento seguras. ¿Se está expandiendo el universo? Sí. ¿Sé esto? Sí. ¿Estoy cien por ciento seguro? No. Pero, ¿por qué pensar que tengo que estarlo? Puede haber grados de conocimiento que incluyan lo probable o lo plausible, lo altamente probable y no solamente lo seguro. Además, ¿cómo puede saber una persona con un cien por ciento de seguridad que el conocimiento exige un cien por ciento de certeza? Simplemente no es tan obvio.

Como cristianos, debemos mantener la postura de que nuestra fe hace un mejor trabajo que otras alternativas al contestar las preguntas más importantes de la vida. Es la mejor explicación y es más plausible que sus rivales. Sí debemos escuchar bien a quienes tienen una perspectiva diferente y admitir que no tenemos todas las respuestas; nuestro entendimiento necesita corrección conforme pasamos por la vida.

Sin embargo, esto no debe evitar que señalemos que la fe cristiana realmente hace el mejor trabajo en explicar de dónde provienen el universo, la vida, la conciencia, los valores morales objetivos y los derechos humanos así como en contestar las principales preguntas acerca del propósito y el significado.

¿Tenemos limitaciones y prejuicios? Sí, por supuesto. Debemos estar listos para aceptarlo. ¿Significa esto que no podemos tener un conocimiento legítimo? Para nada. Tenemos un conocimiento limitado. ¡Quienes aseguran que no podemos saber suponen que saben que no podemos saber!

En resumen, no podemos negar la verdad, el conocimiento ni la objetividad sin afirmarlos con nuestras negaciones. Por ejemplo, decir que no hay una verdad universal es declarar una verdad universal. Cada uno de nosotros afirma algún tipo de metarrelato o gran historia para explicar cómo funcionan las cosas. La verdadera pregunta es: ¿Cuál metarrelato hace mejor el trabajo?

Cómo comunicar nuestra fe a los postmodernistas

a. Comunicar con autenticidad y con relaciones, viviendo genuinamente de acuerdo a la verdad. Aunque no son perfectos, los cristianos deben ser sinceros en sus luchas. También pueden mostrar la forma en que su visión del mundo –con el poder de Cristo y el respaldo que nos brindan los hermanos en comunión– puede ayudar a las personas a reafirmar estos puntos. Os Guinness dice que la fragmentación de nuestro mundo cada vez más postmoderno trae «más momentos de verdad a la vida de la gente que nunca antes», permitiendo «enormes oportunidades para presentar el evangelio».4

b. Comunicar respuestas con sabiduría, amor y simpatía, teniendo en mente los problemas personales subyacentes que con frecuencia presentan barreras. Es importante dar buenas respuestas «con mansedumbre y reverencia» (1 P. 3:15, LBLA), pero también con sabiduría. Detrás de buena parte del pensamiento postmodernista hay un escape de Dios, cuya existencia tiene tremendas implicaciones sobre nuestra forma de vivir. Incluso el filósofo ateo John Searle acepta que hay «una razón mucho más profunda para la persistente atracción de todas las formas de anti-realismo» tales como el relativismo y el perspectivismo: «satisface un afán de poder. Sólo que parece demasiado molesto, de alguna forma, tener que estar a merced del ‘mundo real’».5

Debemos preguntar a los postmodernistas si les gustaría que existiera Dios o si querrían que Jesús fuera la revelación de Dios hacia nosotros.

c. Viva una vida de fe activa y práctica. Los postmodernistas quieren ver una fe activa, no la mera posesión de conocimientos teóricos. Debemos volver a enfatizar el impulso teológico de Santiago (una fe que trabaja) para equilibrar el énfasis exagerado (y mal entendido) sobre la doctrina de la salvación independiente de las obras de Pablo. Este apóstol mismo junta la fe y las obras en Efesios 2:8-10, 1 Tesalonicenses 1:3 y Tito 2:11-14: la fe salvadora genuina (por la gracia de Dios) produce buenas obras.

Notas

1 Merold Westphal (en la ed. William J. Wainwright, God, Philosophy, and Academic Culture [Dios, Filosofía y Cultura Académica] (Atlanta: Scholar’s Press, 1996), p. 25.

2 Este argumento es utilizado repetidamente en «Postmodernismo», de Steven Best y Douglas Kellner, enThe Blackwell Guide to Continental Philosophy [La Guía Blackwell para la Filosofía Continental], eds. Robert C. Salomon y David Sherman (Malden, MA: Blackwell, 2003), pp. 285-308.

3 «Christianity and the Creed of Postmodernism» [Cristianismo y el Credo del Postmodernismo], Christian Scholar’s Review 23 (dic. 1993): p. 123.

4 Entrevista con Os Guinness, et al., «When Foundations Tremble» [Cuando los Cimientos Tiemblan], Liderazgo (primavera 1993), p. 136.

5 John R. Searle, Mind, Language and Society: Philosophy in the Real World [Mente, Lenguaje y Sociedad: La Filosofía en el Mundo Real] (Nueva York: Basic, 1998), p. 17.

Fuente: North American Mission Board
https://www.namb.net/apologetics-blog/que-es-el-postmodernismo/