Predicador! Profeta! Heraldo! Gracia!
Cruzado precursor de la palabra!
Embajador de paz y buena nueva.
De Cristo paladín y mensajero.

Aprende bien tu verbo: dile al mundo
que vienes premunido de una flecha,
que traes en tu aljaba la elocuencia.
¡Que no te cansarás de hablar de Cristo!

Redobla tu jornada. Rompe esquemas.
Ensaya tu clarín todos los días.
Tu láser pulverice bronce y hierro.

Dominará tu voz al hombre fuerte.
Harás temblar la boca del infierno.
¡Profeta del Señor: jamás desmayes!

***

Imita de Jesús pureza y temple:
No temas si te consideran loco,
que gran locura es predicar a Cristo,
y más locura hablar de cruz y muerte.

Disipa tú la oscuridad del hombre:
Enséñale a la luz de la Palabra.
Las sombras morirán cuando te escuchen.
¡El cambio lo hará Cristo: no te calles!

Harás muy bien en redimir el tiempo,
domina la estación de la pereza;
no te seduzca vanidad humana.

Aprenderás de Cristo profecía,
Él tiene su palabra revelada,
y tú, el idioma para compartirla.

***

Con Cristo subirás a los estrados,
sin miedo, sin posturas ni acomodos;
es Él en ti la gracia y el denuedo,
el fuego, el aire, el pan de tu mensaje.

Tendrás la dicha de anunciar su reino:
Verás los convertidos confesarle;
los muertos levantarse de su sueño,
las piedras reunidas a Su nombre.

Anuncia el evangelio a las encinas;
que al nombre de Jesús se humille el mirto;
que tiemble la palmera en sus alturas.

Suspire el cedro. Se levante el lirio.
Arrulla con tu voz al alma enferma,
que en este oficio es Cristo quien predica.