Dos botellas

Cierta vez Corrie Ten Boom, la autora del conocido libro “El refugio secreto”, dio una preciosa enseñanza acerca de cómo Dios recompensa a los generosos, a un grupo de jóvenes misioneros en entrenamiento. Ella se paró frente a la clase y colocó dos botellas llenas con arena ante ellos; una tenía la boca estrecha, y la otra la boca ancha. Ella tomó la botella de boca ancha y vertió su contenido … la arena se derramó rápidamente sobre la mesa, dejando la botella vacía. Entonces ella empezó a verter la arena de la botella de boca angosta. La arena se agolpó, tomando un largo tiempo para vaciarse.

— Ustedes ven, jóvenes – dijo ella, mirando la delgada línea de arena – esta botella es como algunos cristianos. Ellos dan a Dios, pero no tan rápido y libremente. Pero miren lo que pasa –. Ella terminó y empezó a revertir el proceso, introduciendo la arena en cada una de las botellas. La botella de boca ancha se llenó rápidamente, hasta rebosar. Le tomó mucho más tiempo tratar de llenar con la arena la botella de boca angosta. Había dado lentamente, y ahora recibía de manera igualmente lenta.

Loren Cunningham, en «Viviendo al borde».

Nunca más los egipcios

Cuando joven, Frances Havergal, la autora de los himnos “Toma mi vida, yo te la entrego” y “Como un glorioso río”, tenía muy mal genio – un genio de aquellos que explotan. Después de cada explosión se sentiría mortificada y lo confesaría al Señor, pero volvería a perder el control de nuevo, una y otra vez.

Un día, después de una crisis particularmente severa, se postró al lado de la cama y lloró. Ella dijo: “Señor, ¿será para siempre igual? ¿Tendré siempre este mal genio para humillarme delante de ti?»

Mientras estaba de rodillas, el Señor le trajo a la mente un versículo de las Escrituras: “Los egipcios que hoy ves, nunca más para siempre los verás.” Dios le habló estas palabras a Moisés cuando los egipcios perseguían a los israelitas para volver a esclavizarlos. Frances relacionó este versículo con su mal genio y la forma en que el diablo quería manipularla para ponerla en servidumbre. Y vio que Dios podía quitarle la ira.

Ella entonces preguntó: “¿Señor, será para siempre?”. Le pareció que las palabras venían del Señor: “Sí; nunca más; para siempre.”

Su hermana dice que desde aquel día Frances Havergal no volvió a caer en la ira. Ella le creyó a Dios y Dios hizo un milagro.

J. Oswald Sanders, en Christianity Today.

Si Dios está en la zarza…

El evangelista Luis Palau suele recordar la bendición que significó para él escuchar a Ian Thomas compartir un devocional sobre el llamamiento de Moisés. Palau cuenta: “El señor Thomas nos preguntó durante la reunión: ¿Saben lo que Dios estaba tratando de enseñar a Moisés? Le estaba tratando de decir: “Moisés, cualquier zarza sirve, siempre y cuando Dios esté en la zarza”.

Seguidamente el predicador leyó Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

La clave de todo el mensaje estaba allí, y el Espíritu Santo lo hizo claro en mi corazón”. Ese mensaje produjo una revolución en el evangelista. Cesó la esterilidad en su servicio, y desde ahí comenzó a haber fruto.

Citado en «Latinoamérica y las misiones mundiales», publicado por COMIBAM.

Pies en polvorosa

David Wilkerson ha desarrollado gran parte de su ministerio entre jóvenes drogadictos, en los peores suburbios de Nueva York. Cierta vez Wilkerson caminaba de noche, solo, por el Lower East Side de esa ciudad. Sabía que lo seguían de cerca y que sus perseguidores llevaban cuchillo. Estaban de acuerdo para asestarle el golpe en la próxima esquina oscura.

Wilkerson reconoce que al principio sintió miedo, pero de repente se acordó de las palabras: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” Y entonces pensó: “Muchachos, se van a llevar una sorpresa. No podrán hacerme nada que Dios no lo quiera. Llevo un chaleco a prueba de balas.”

— ¡Aleluya! – gritó.

Y sus seguidores huyeron … seguramente ¡muertos de susto!

David Wilkerson en «¡Hombre, sí que tengo problemas!».

En las asentaderas

Un día, alguien le preguntó al evangelista Grady Wilson:

— ¿Alguna vez su mamá le pegó en las asentaderas?

— ¿Que si me pegó en las asentaderas? Ella tenía una correa en la pared de la cocina, colgada bajo la frase: “Te necesito cada hora”.

Howard G.Hendricks, en «¿Problemas en el hogar? El cielo puede ayudar».

Los errores son míos

Una vez se le dijo al devoto Macario de Optino que su consejo espiritual había sido de ayuda. “Esto no puede ser”, escribió Macario en respuesta. “Sólo los errores son míos. Todo buen consejo proviene del Espíritu de Dios; es su consejo que yo he podido escuchar correctamente y lo he transmitido sin distorsiones.”

Citado por A.W. Tozer, en «Manantiales de lo alto».

La figura de un padre

Keith J. Leenhouts, en su libro “Una carrera de amor” relata algunas de sus riquísimas experiencias como padre, especialmente con su hijo mayor Bill, cuya infancia estuvo marcada por las dificultades, pero de quien recibió posteriormente grandes satisfacciones. Keith J. Leenhouts atribuye su vocación de padre a la ejemplar figura de su padre: “Él me obsequió con el más valioso regalo. Cuando leí y escuché que Dios es como un padre, quise estar con Dios. Si Dios era como un padre, entonces Dios era poderoso, amante, bueno, cariñoso y grande. Tenía que serlo porque es como un padre, y eso es, exactamente, lo que fue mi padre.”

Consecuentemente, al nacer su primer hijo se planteó el siguiente desafío: “Tenía que esforzarme al máximo para ser un buen padre, de modo que cuando Bill y sus hermanos oyeran que Dios es como un padre, quisieran estar con Dios ahora y siempre.”

Keith J. Leenhouts, en «Una carrera de amor».

Una sana respuesta

Alguien le preguntó a Charles Spurgeon si los paganos serían salvos si los cristianos no les predicaran el evangelio. Su respuesta fue: “La pregunta, en realidad, es: ¿somos nosotros salvos, si no les predicamos?”

Delos Miles, en Introducción al evangelismo, citado por Billy Kim: “Motivos para evangelizar”.