Una voz de alerta ante el peligroso conocimiento y manipulación de la genómica humana hoy.

El título de este artículo puede interpretarse como una especie de súplica, o tal vez como un grito desesperado ante un evento trágico, el que pareciera estar ya muy pronto a ocurrir. O quizás ya está ocurriendo. Lo llamativo de esta súplica o grito imperativo es que la están haciendo varios científicos norteamericanos, especialistas en genómica humana, y está dirigida a otros científicos, también expertos en la misma área, los que no ven inconvenientes en editar el genoma de la especie humana.

Parte de la reflexión de los primeros, la que fue publicada recientemente en la revista Nature1, decía lo siguiente: «En nuestra opinión, el editar el genoma en embriones humanos, utilizando las actuales tecnologías, podría tener efectos impredecibles sobre las generaciones futuras. Esto hace que sea peligroso y éticamente inaceptable».

Efectivamente esta es una problemática gravísima en la ciencia hoy, con consecuencias insospechadas para el futuro de la especie humana en la Tierra. Sin embargo es una información casi desconocida para los noticieros y periódicos del mundo.

Genómica y genoma

Antes de revisar esta temática hemos de aclarar brevemente algunos conceptos. La ciencia de la genómica es el estudio de la composición, de la estructura y de la función de un genoma.

A su vez, el genoma es la totalidad de genes que posee un organismo vivo, (unos 30.000 en el ser humano), los cuales contienen en su interior una molécula muy compleja, llamada ADN (ácido desoxirribonucleico).

Esta molécula, el ADN, contiene todas las instrucciones genéticas necesarias para desarrollar un ser vivo completo a partir de una célula huevo, y luego dirigir las distintas actividades biológicas y no biológicas (temperamento, inteligencia, etc.) que este tendrá. Es una especie de manual de instrucciones para formar al organismo completo y para que este funcione, se reproduzca, y se pueda auto reparar cuando tenga fallas.

¿Qué significa «editar»?

Habiendo revisado qué se entiende por genoma, el segundo paso para entender la súplica o mandato imperativo al que alude el título de este artículo, es revisar qué se entiende por editar en el contexto genómico.

El verbo «editar» se usa en genómica de la misma forma como se usa en la informática computacional. Es decir, se trabaja algún documento con la posibilidad de modificarlo mediante el programa informático adecuado.

En el caso de una publicación de una revista o libro, editar es adaptar un texto a las normas y estilo de una publicación determinada. El editor entonces puede cambiar, eliminar, o insertar nuevas partes en un documento, si es en el área computacional, o eliminar palabras, conceptos, modificar términos, etc., si se trata de un artículo de revista o libro.

Desde luego esta es una analogía altamente simplificada, porque la información codificada en el genoma humano es inmensurablemente más compleja que cualquier programa computacional o enciclopedia literaria o científica.

Revisados estos conceptos de genoma y edición del mismo, podemos ir entendiendo en parte la petición que ruega u ordena no editar el genoma humano.

Antes de continuar con la intervención de ingenieros genéticos en los genes humanos, se hace necesario revisar cuál es el alcance de esta ciencia de la genómica, desde cuándo se inicia, y qué otras especies han visto ya desvestidos y alterados sus genes antes que el ser humano.

Surgimiento de la ciencia modificadora de genes

A principios de la década de 1980 (mediados de los 90 en América Latina), la agricultura a nivel mundial comenzó un proceso de cambio profundo sustentado en el desarrollo de la ingeniería genética y la biología molecular. Se produjo la proliferación de cultivos modificados genética-mente, posibilitando nuevas capacidades para la producción agropecuaria.

Pero este desarrollo, no solo cambió las estrategias de producción de bienes y servicios agroindustriales, sino que junto con ello fue introduciendo en la sociedad nuevos desafíos. Riesgos para la salud de la población, riesgos ambientales, riesgos para la diversidad natural de las especies, y la incapacidad de los países de prevenirlos y regularlos.

Es claro que la tecnología avanza mucho más velozmente que la legislación, la cual debiese regular su funcionamiento.

El avance de la superficie cultivada con variedades transgénicas de soja y maíz, generó desde entonces un destacado dinamismo y crecimiento económico en el sector agropecuario2. No obstante, estos resultados fueron también acompañados por un aumento de los procesos de erosión del suelo y pérdida de fertilidad.

¿Qué es un OMG?

La ingeniería genética, una vez que consiguió decodificar los genes en algunas especies de animales y vegetales (conocer la secuencia y ubicación de la información genética en el ADN), se entusiasmó con la posibilidad de modificarlo, alterarlo, o re-combinarlo con genes de otras especies, a través del uso de herramientas de biotecnología moderna (Ingeniería Genética), la que pretende dar al animal un nuevo rasgo o característica.

Aunque no es exactamente lo mismo, se suele usar como sinónimo de organismo modificado genéticamente (OMG) a los organismos transgénicos. La transgenia es el proceso de transferir genes de un organismo a otro, pero en ocasiones se suele aplicar también cuando se han modificado genes a través de ingeniería genética.

En cierta medida, existirían unos pocos casos de transgenia natural, por medio del traspaso horizontal de genes entre bacterias, o de bacterias a organismos mayores.

Así lo sugieren los resultados de un estudio reciente en la papa, patata dulce o boniato (camote en Chile), el que se habría originado a través de transferencia horizontal, en donde una bacteria denominada Agrobacterium, le habría traspaso fragmentos de ADN a la patata dulce, la que lo habría incorporado a su genoma3.

Sin embargo, estos casos serían más bien aislados, por cuanto los antecedentes de la patata dulce en el consumo humano tienen ya varios miles de años de historia, sin haber experimentado más cambios.

Sin embargo, otra cosa es la manipulación artificial de un mayor número de genes, con una tasa de ocurrencia a escala que puede ser solo de meses, dada la tecnología actual. Por tanto, la mayor intensidad y frecuencia de la manipulación genética podrían hacer la diferencia con la transgenia natural respecto a los riesgos para la salud humana y ambiental.

Riesgos declarados en los OMG

De acuerdo a la Escuela de Medicina de la prestigiosa Universidad de Harvard en EE.UU., los siguientes riesgos se podrían atribuir a la acción de organismos modificados genéticamente (OMG):

  1. Incremento en las alergias alimentarias (aumento en más de un 50% en los últimos treinta años).
  2. Dispersión incontrolable de los OMG con el consecuente daño a la biodiversidad.
  3. Incremento en el uso de químicos tóxicos en la agricultura.
  4. Introducción de genes exóticos al ambiente por medio de los OMG.
  5. Incremento de la inseguridad alimentaria.

En otros estudios, se ha asociado el fuerte incremento en la tasa de incidencia de cáncer a la tiroides, con los OMG, hasta en un 80%, determinándose además una muy alta correlación entre los cultivos modificados genéticamente y el deterioro de la salud en los Estados Unidos de América, relacionada con otras 22 enfermedades4.

A favor de los OMG

Existen algunos aspectos beneficiosos para la salud humana a partir de los organismos modificados por ingeniería genética. Por ejemplo, en 1978 se consiguió obtener la secuencia molecular de la insulina humana. Esta secuencia de ADN humano se introduce en el interior de la bacteria Escherichia coli, para que la bacteria produzca insulina humana. A esta insulina se le llama insulina con ADN recombinante. En efecto, esta tecnología va en directo beneficio de los pacientes diabéticos.

Otro ámbito beneficioso de la transgenia es la terapia génica. Con ella se han realizado tratamientos de células enfermas, evitándose la trasmisión de enfermedades hereditarias.

Sin duda que estos aspectos son positivos, y podrían serlo más aún, si no estuviesen asociados al gran negocio lucrativo de la salud en gran parte del mundo hoy día. Este último problema ha nublado el juicio de algunas instituciones científicas.

Por ejemplo, en 2013, la European National Academies of Science Advisory Council, escribió lo siguiente5:

«Hay abundante evidencia y experiencias acumuladas en todo el mundo sobre beneficios, y falta de evidencia de riesgos asociados al medio ambiente o salud humana por el uso de la tecnología de cultivos modificados genéticamente … Es vital que la producción sustentable en la agricultura y seguridad alimentaria aproveche el potencial de la biotecnología…».

Este enunciado pudiese ser creíble, si no fuese por el texto que está subrayado. En verdad sí existe abundante evidencia científica sobre los riesgos de la modificación genética de organismos. Desde un par de décadas atrás, varios estudios científicos vienen encendiendo luces de alarma respecto a los OMG6, 7, 8, 9, existiendo en la actualidad un fuerte debate entre científicos acerca de la seguridad de los OMG10.

Ética o Bioética: la ciencia por sí sola no puede responder

Sin embargo, el debate más fuerte en el ámbito de los organismos genética-mente modificados se está dando en los experimentos que se realizan hoy en genética humana, con miras a modificarla, incluso en su línea germi-nal o reproductiva.

Tiene mucho sentido, porque una cosa es modificar la genética del maíz y la soya y discutir las consecuencias que ello conlleva, pero otra muy distinta es alterar la genética humana, y de manera irreversible, en el caso de modificarse la línea de las células reproductivas.

Los efectos de tales modificaciones podrían ser impredecibles sobre las generaciones futuras. Esto lo hace muy peligroso y éticamente no aceptable, como lo afirman prestigiosos círculos de científicos norteamericanos1.

Otra de las discusiones fuertes en esta área se genera en torno a la cuestión de patentar los genes, en el contexto del Proyecto Genoma Humano. La Organización Internacional del Genoma Humano, fundada en 1988, propuso repartir los beneficios obtenidos para invertir en investigación o bien en la infraestructura que ésta requiere.

Sin embargo, el SNP Consortium creó un banco de genes, el First Genetic Trust de Chicago, con la información almacenada proveniente de universidades e institutos de investigación. El negocio se vislumbra floreciente, al parecer.

Es claro que la biología de hoy tiene una poderosa tecnología para editar genes humanos, pero junto con ello existe un enorme cúmulo de preocupaciones relacionadas con ella. Esta potente tecnología se enfrenta a serios dilemas éticos y bioéticos respecto a la edición y manejo del genoma humano, y la ciencia no puede responder a ellos.

No deja de llamar la atención que el Proyecto Genoma Humano intentó abordar esta nueva dimensión en la investigación, y generó junto a él un sub-proyecto bioético que contemplase las dimensiones relativas a esta área del proyecto, con una asignación de un 3% del presupuesto total (que fue de 3.000 millones de dólares), para abogados, religiosos y filósofos.

Tal vez se hizo en recuerdo de otra caja de Pandora abierta por la ciencia a mediados del siglo pasado, la que permitió conocer la forma de liberar la energía contenida en el átomo y sus macabras consecuencias, con la posterior construcción y detonación de la bomba nuclear en dos ciudades japonesas, con decenas de miles de muertos en forma instantánea, y otros tantos miles mutilados y genéticamente atrofiados de por vida.

No obstante, la bioética se origina más bien en la esfera médica, a partir de los impresionantes avances científicos y tecnológicos de mediados del siglo XX. Entre ellos se cuentan los trasplantes de órganos, los diagnósticos prenatales, la muerte cerebral, la eutanasia, la relación médico-paciente y otras más.

Pero el dilema presentado por la manipulación del genoma humano supera todas las líneas contempladas hasta ahora por la bioética.

Editando genes en humanos. ¿Dónde están los límites?

Hay grandes preguntas que se están haciendo hoy los científicos, para las cuales no hay respuesta11.

Por ejemplo: ¿Cuánto es posible reducir el riesgo de no apuntarle al trozo de ADN adecuado cuando se está interviniendo el genoma? ¿Qué enfermedades son las que debiesen editarse en el genoma? ¿Pueden ser predichos los efectos en el fenotipo cuando se edita el genoma? ¿Debiese ser editada la línea germinal humana? Son preguntas fundamentales que lamentablemente se quedan en el andén, mientras el tren de la ciencia ya avanza rápidamente a la próxima estación.

La última tecnología que permite editar el genoma humano se conoce con la sigla CRISPR-Cas9. Este sistema le facilita enormemente la tarea a los ingenieros genómicos, abriéndoles muchas más puertas para la modificación, inserción o eliminación de genes en humanos.

Por supuesto que el discurso está bien fundamentado. Aseguran que «sería para curar enfermedades genéticas».

La revista científica Nature publicaba en junio de 2015 una serie de artículos sobre esta nueva caja de Pandora que está abriendo el ser humano. Uno de ellos se titulaba: «La ciencia no lo puede resolver»12, haciendo referencia al riesgo que implica el editar genes humanos, agregando que estas decisiones debiesen ser debatidas en el ámbito político.

No es clara esta última propuesta. ¿Podría resolver este dilema la Cámara de Diputados, o tal vez el Senado? ¿Acatarían los científicos las indicaciones políticas, si éstas pidiesen no editar el genoma humano?

A pesar de que estas preguntas son muy recientes (junio de 2015), lo cierto es que ya están muy atrasadas, porque en China ya se está editando el genoma humano en embriones, lo que ha disparado las alarmas en los científicos occidentales13. De estos últimos, surge la súplica comentada en la primera página, acerca de que no sea editada la línea germinal del genoma humano.

Dentro del panorama mundial de países que están en la línea de editar células germinales humanas, se encuentran Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y China14.

De todos ellos, el más peligroso es China (otros países tal vez lo estén haciendo también, pero hasta ahora no lo han publicado). Una científica norteamericana publicaba en 2015 que investigadores chinos, de la Universidad Sun Yat-sen, estaban ya editando células germinales humanas.15

¿Qué es el hombre?

Dentro de los variados artículos publicados por Nature en 2015, teniendo como foco la inminente manipulación genética de la línea germinal humana, uno de ellos declaraba que se requieren protocolos de Bioseguridad urgente.1

Es muy cierto que se requiere mucha ética (no solo bioética). Pero, ¿de qué depende la ética aplicada a la genómica humana? Depende en gran parte de la concepción que se tenga del ser humano.

Las intervenciones genéticas de la línea germinal humana se están presentando como una oportunidad para eliminar el sufrimiento, extirpando o modificando genes dañinos, y así salvar y prolongar la vida humana.

Es posible que, efectivamente, en algunos de estos científicos expertos en genómica se hallen estos anhelos altruistas, aunque con una cosmovisión secular. Pero aquí caben varias preguntas:

El actual daño genético humano, ¿formaba parte del diseño original, o éste fue alterado, y luego degradado progresivamente, producto de la transgresión humana descrita en Génesis 2:17? ¿Podrá la ingeniería genética asegurar la salud y mejorar la calidad de vida humana al alterar y modificar sus genes por medios técnicos, liberándolo de la esclavitud y corrupción a la que fue sometida la biología de su cuerpo junto con la creación, como lo declara Romanos 8:20-22? ¿Podrá la ciencia de la genómica superar el diseño genético humano original, si hasta ahora declara que es un misterio cómo funciona la regulación genética, y cómo se origina la información genética codificada?16

La pregunta clave aquí es: ¿Qué es el hombre? Si se parte de la premisa que la vida humana es un producto azaroso de la evolución darwiniana, entonces esta cosmovisión entenderá que la ingeniería genética se podría «adelantar» al proceso evolutivo, editando cambiando y «mejorando» los genomas, suponiendo que éstos no son más que solo un puñado de sustancias químicas y agua, que la evolución ha esculpido.

El Diseño Inteligente

Pero si el punto de partida no es el evolutivo, y todo indica hoy que no lo es, (no existen leyes naturales que expliquen la formación de códigos en el ADN), y se parte de la premisa que la información codificada del ADN es producto del Diseño Inteligente de un Creador Omnipotente, el resultado cambia radicalmente, porque una de las implicaciones de esta segunda premisa es que, al no haber azar en el origen del hombre, debió entonces haber un propósito en su creación.

La Biblia declara que el ser humano alteró negativamente ese propósito, lo cual ha quedado registrado incluso en sus genes, los mismos que hoy se intenta editar a imagen y semejanza de la ciencia de la genómica.

Una prestigiosa revista científica de Biofísica y Biología Molecular publicaba en 2015 un listado de interrogantes no respondidas por la ciencia de la Biología.16

Una de ellas era: ¿Cómo funciona la regulación genética en plantas y animales? En otras palabras, ¿cómo llega a formarse un animal en un ser vivo completo, con billones de células (en el caso del ser humano), a par-tir de una sola célula huevo?

Esto es hoy un enigma para la ciencia, porque un organismo que nace a la vida pasa por un complejo desarrollo embrionario, donde se van formando uno a uno los distintos órganos con sus tejidos particulares, los que dan origen a los distintos sistemas, que en su conjunto, constituirán el organismo vivo.

¿Cuál es el origen de tan enorme cúmulo de información codificada que da lugar a este colosal proceso?

La respuesta no puede venir del ámbito naturalista, porque no existen leyes naturales que expliquen el origen de la codificación y regulación genética. Solo puede provenir del ámbito sobrenatural, y así fue revelado en la Biblia hace ya unos tres mil años, como podemos leer en Salmos 139:16: «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas»17.

La ética cristiana no necesitaba llegar al siglo XX para ser declarada como una rama del saber humano, ni se origina a partir del razonamiento humano. Ya formaba parte de su conocimiento hace más de tres milenios, dado por mandato divino.

Esta ética reconoce al ser humano como una criatura hecha por un Diseñador Todopoderoso, que no puede ser imitado ni menos superado en su actuar como Creador de la vida y de los genes que la dirigen.

«Seréis como Dios» (Gén. 3:5), fue la afirmación que hizo Satanás a Eva en el huerto del Edén, invitándola astutamente a desobedecer la orden de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el hacerlo le significaría la muerte.

El peligroso conocimiento y manipulación de la genómica humana hoy, en manos de científicos que están lejos de Dios, puede ser tal vez uno de los últimos resultados nefastos que esté dando el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal consumido por nuestros primeros padres.

Bibliografía

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  17. Biblia Reina Valera 1995.