Aquella mañana los discípulos tenían sobradas razones para sentirse mal. Estaban tremendamente desalentados; habían trabajado toda la noche, y no habían pescado nada. Pero tal vez lo peor era que, después de los tres años y medio de andar con el Señor, ellos habían tenido que volver a sus faenas habituales.

Por eso, cuando aparece aquel Hombre en la playa, y les pregunta si acaso tenían algo de comer, ellos se ven obligados a reconocer que no tenían nada.

Es así también con nosotros. ¿Cuántas veces los frutos de nuestros esfuerzos son vanos, incapaces de satisfacer al Señor? ¿Cuánto de nuestro quehacer es mero activismo sin consistencia? Sin embargo, el Señor no reprende a sus discípulos, sino que les da una inmediata solución. Si ellos echan la red a la derecha de la barca, hallarían.

Los discípulos solo tuvieron que obedecer, y la red se llenó de peces. Nunca habían pescado tanto de una sola vez. Estaban asombrados. Entonces reconocen al Señor, y acuden a él, alborozados.

El Señor les dice: “Traed de los peces que acabáis de pescar”. ¡Qué extraño suena “…que acabáis de pescar”! En su bondad, él les atribuye a ellos el mérito de la pesca al decirles: “…que acabáis de pescar”. Pero en realidad ellos lo único que hicieron durante esa larga noche, sin él, fue fracasar. Si ahora tenían peces era porque él se los había dado. El mérito no era de ellos, sino de él. Ellos así debieron saberlo. ¿Podrían, entonces, gloriarse en sí mismos?

Todos los que sirven de verdad al Señor, saben que el autor de toda fructificación es él. Por eso, cuando llegue el día final, cuando las recompensas sean entregadas a cada siervo, ellos pondrán sus coronas a Sus pies. No se gloriarán en sí mismos, aunque él, en su bondad, les atribuya el mérito a ellos.

¿Qué siervo ha sido más bien tratado por su amo que nosotros? ¿Qué siervo recibe enteramente los recursos de su amo para que luego se les cuente como suyos? ¡No, Señor, no digas que los hemos pescado nosotros; nosotros no hemos pescado ni el pez más pequeño! ¡Todos son tuyos, absolutamente tuyos!

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