Qué consejos darían a los predicadores del presente algunos de los más conocidos ministros de la palabra del pasado.

Martín Lutero

«Un buen predicador debe tener estas propiedades y virtudes: primera, enseñar sistemáticamente; segunda, debe tener un ingenio vivo; tercera, debe ser elegante; cuatro, debe tener una buena voz; quinta, debe poseer una buena memoria; sexta, debe saber cuándo terminar; sétima, debe estar seguro de su doctrina; octava, debe aventurar y comprometer cuerpo y sangre, riqueza y honor en la Palabra; novena, debe sufrir pacientemente el ser satirizado y molestado por todos».
Pláticas en Derredor de la Mesa.

McCheyne

«¡Cuán diligentemente cuida el oficial de caballería de tener su sable limpio y afilado, frotándole con tal fin cualquiera mancha con el mayor cuidado. Recuerda que eres una espada de Dios, instrumento suyo y un vaso de elección para llevar su Nombre. En gran medida, según la pureza y la perfección del instrumento, será el éxito. No bendice Dios los grandes talentos tanto como la semejanza que se tiene con Jesús. Un ministro santo es una arma poderosa en la mano de Dios».
Citado por Spurgeon, en Discursos a mis Estudiantes.

Juan Bunyan

«Amigo ministro de la Palabra, ¿no te afligiría ver que toda tu congregación marchara tras de ti para el infierno, exclamando: Esto tenemos que agradecerte, pues tuviste temor de hablarnos de nuestros pecados para que no dejáramos de apresurarnos a ponerte viandas en la boca. ¡Oh, malvado, que no te contentaste siendo un guía ciego como eras, con caer en el hoyo tú mismo, sino que nos has conducido a él también a nosotros contigo!».
Suspiros del Infierno.

Richard Baxter

«Tened cuidado de vosotros, no sea que perezcáis mientras exhortáis a otros a que se cuiden de perecer, y no sea que os muráis de hambre mientras les preparáis el alimento. Muchos hombres han amonestado a otros para que no vayan al lugar de tormentos, al cual ellos mismos, sin embargo, se apresuran a ir: se hallan ahora en el infierno muchos predicadores que centenares de veces han exhortado a sus oyentes a poner el mayor cuidado y una diligencia suma en evitarlo».
En Spurgeon, Discursos a mis Estudiantes.

C.H. Spurgeon

«Demasiados predicadores se olvidan de servir a Dios cuando están fuera del púlpito, siendo así su vida negativamente inconsecuente … Los verdaderos ministros nunca pierden su verdadero carácter».
«Que el principal sermón de tu vida lo predique tu conducta».
«Mejor es abolir los púlpitos que ocuparlos con hombres que no tienen un conocimiento experimental de lo que enseñan».
«El poder mayor del sermón depende de lo que antecede al sermón».
«Dios no utilizará instrumentos muertos para obrar milagros vivos».
En Discursos a mis Estudiantes, y Ganadores de Hombres.

Agustín de Hipona

«En un ministro de Cristo deben estar en armonía su lengua, su corazón y su mano».

Dwight L. Moody

«Si los primeros cristianos hubieran salido a predicar sin esperar el poder, ¿creen que hubiera ocurrido lo que ocurrió el día de Pentecostés? … No tiene sentido salir corriendo antes de ser enviado, intentar hacer la obra de Dios sin el poder de Dios… un hombre obrando sin el poder del Espíritu Santo está perdiendo su tiempo. Así que no perdemos nada si esperamos hasta que obtengamos este poder».
«A un testigo que frente a un juez trata de hacer oratoria, pronto lo harán callar. El hombre que dice la verdad en forma clara y sencilla es el que tiene  mayor poder».
«¿Quieres ganar almas? No procures derribar sus prejuicios antes de haberlos llevado a la verdad».

Adoniram Judson

«Planifica tus asuntos, si te es posible, de manera que puedas pasar de dos a tres horas, todos los días, no solamente adorando a Dios, sino orando en secreto».

Juan Wesley

«Vuestras dotes de predicadores no se mejoran; son lo mismo que eran hace siete años; poseéis la vida, pero no la profundidad; hay en vuestra predicación alguna monotonía; no hay amplitud de pensamiento. Solamente la lectura diaria puede remediar esto, combinada con la meditación y la oración. Os causáis grave perjuicio al omitir tales cosas. Sin ellas nunca llegaréis a ser un predicador profundo, ni siquiera un cristiano completo. ¡Oh, comenzad! Fijad horas determinadas de cada día para entregaros a ejercicios especiales. Podréis adquirir el gusto de que ahora carecéis: lo que al principio es tedioso, será después agradable».
Carta de Wesley a uno de sus predicadores asociados.

Juan Livingstone

«Hay a veces algo en la predicación que no puede atribuirse ni al contenido ni a la expresión, y que no puede determinarse lo que es, ni de dónde viene; pero que con una dulce violencia penetra en el corazón y los afectos, y viene inmediatamente del Señor; pero si hay alguna manera de obtener semejante cosa, será por la disposición celestial del predicador».
En La Vida Doble, de A. J. Gordon.

A.J. Gordon

«Dios nunca hace la mitad de la providencia, así como el hombre nunca hace la mitad de un par de tijeras. Si prepara a un predicador para declarar su Palabra, prepara también un oyente para recibir esa Palabra».
La Vida Doble.

C.H. Makintosh

«Que el maestro o el predicador atiendan con diligencia su ministerio; que cultive su don; que busquen en Dios la guía, el poder y la bendición; que vivan en el espíritu de la oración y respiren la atmósfera de la Escritura. Entonces estarán siempre dispuestos para ser usados por el Maestro, y sus palabras -ya sean cinco o diez mil- seguramente glorificarán a Cristo y harán bien a los hombres. Pero bajo ningún concepto un hombre debería levantarse para dirigirse a sus semejantes sin la convicción de que Dios le ha dado algo que decir, y sin el deseo de decirlo para la edificación de la iglesia».

J.N. Darby

«Ponga usted mucho cuidado para no decir o afirmar algo que supere su experiencia: no hay nada más importante para nuestra propia alma. No permita tampoco que la obra le lleve a ocuparse de otros de tal modo que se descuide de sí mismo. Es ante Dios como se conserva la paz, en el gozo de la verdadera seguridad de su favor. «Ten cuidado de ti mismo -dice el apóstol- y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren» (1ª Timoteo 4:16). Si obra así, servirá de lección para los hermanos, y será una lección mucho más real y verdadera que muchas predicaciones».
«Cada vez que prediques, predica a la conciencia».

A.B. Simpson

«La figura de la labranza espiritual sugiere muchas lecciones para los ministros verdaderos de Cristo. Primero, el terreno ha de ser preparado. Ningún agricultor sabio sembrará su semilla sobre la roca o tierra dura; así, ningún obrero sabio siembra la Palabra descuidadamente, sino velando y orando cultivará el terreno y esperará el tiempo oportuno para sembrar la semilla. En segundo lugar, se necesita buena semilla. Todo nuestro trabajo de cultivo y riego será inútil sin la Palabra de verdad. No podemos ganar almas para Cristo por medio de lisonjas, o por la fuerza, o por el hipnotismo, como algunos afirman. El obrero sabio siempre siembra la verdad que salva por fe en el único Salvador, en su sangre y en su justicia. Después, hay que regar la siembra. Puede ser que la semilla no germine luego, y hemos de regarla con lágrimas y oraciones antes de que veamos resultados. El agricultor no ha de olvidar el trasplante. Necesitamos ser guiados adelante a una vida más profunda, al bautismo del Espíritu Santo. El ministro verdadero de Cristo siempre desea ver su siembra producir fruto a su tiempo, y reproduciendo asimismo su semilla y fruto en otros. Si nosotros somos aptos para ganar almas para Cristo, así también serán nuestros hijos. ¡Que Dios nos haga fieles labradores y nos dé una cosecha gloriosa de lo que sembramos!
La iglesia Apostólica.

Oswald Chambers

«El mensaje ha de formar parte de nosotros. El Hijo de Dios era Su propio mensaje. Como Sus discípulos, nuestras vidas han de ser un ejemplo santo de la realidad de nuestro mensaje».
«La clave del mensaje misionero es la propiciación de Cristo Jesús: su sacrificio por nosotros que dio total satisfacción a la ira de Dios. Contempla cualquier otro aspecto de la obra de Cristo … y verás que no hay nada ilimitado en todos ellos. Pero «¡El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!», esto es ilimitado».
«El resultado de la Cruz es salvación, santificación, sanidad, etc., pero no hemos de predicar ninguna de estas cosas. Hemos de predicar «a Jesucristo, y a éste crucificado.» (1 Corintios 2:2). La proclamación de Jesús Crucificado llevará a cabo su propia obra».
«Nunca confíes en la claridad de tu presentación, sino que al dar el mensaje cerciórate de que estás confiando en el Espíritu Santo. Apóyate en la certeza del poder de Dios, y Él creará Su propia vida en los oyentes».
«Nunca diluyas la Palabra de Dios, sino predícala en su firmeza insoluble. En lo que respecta a la Palabra de Dios, has de actuar con una lealtad y fidelidad inteligibles, pero en tus relaciones con los demás recuerda quién eres; no eres un ser especial creado en el cielo, sino un pecador salvado en la tierra por la gracia».
En pos de lo Supremo.

A.W. Tozer

«Los hombres de corazón quebrantado son incomprensibles para la gente común. Ellos hablan habitualmente con autoridad espiritual. Han estado en la presencia de Dios, y hablan de lo que han visto allí. Son profetas, no escribas. El escriba habla de lo que ha leído; el profeta relata lo que ha visto. Esta distinción no es imaginaria. Entre el escriba que ha leído y el profeta que ha visto hay una separación abismal. Hoy en día tenemos infinidad de escribas, pero muy pocos profetas. La voz estridente de los escribas aturde a los oídos de la iglesia, pero ¿dónde está la voz suave de los profetas que han pasado más allá del velo, y han echado un vistazo a esa Maravilla que es Dios?».
La Búsqueda de Dios.

Frank Barker

«Un verdadero profeta es aquel que llora por aquellos a quienes debe advertir».
«No podemos ser profetas pacíficos y ser fieles al mismo tiempo».