Las profecías de nuestro Señor tocante a Israel tienen directa relación con el futuro de la Iglesia. ¿Qué es lo que Dios ha estado haciendo en los últimos años con Israel, y qué es lo que hará en los días que vienen? He aquí la segunda parte de este tema.

Abramos nuestras Biblias en Isaías 49. De este capítulo deseamos obtener un principio muy importante.

Versículo 1: “Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos, Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria”. “Oídme”. ¿Quién es “me” aquí? Para saberlo, tenemos que mirar el contexto. Leamos el versículo 3: “Y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré”. Nosotros entendemos a quién se refiere. Dios dijo al profeta: “Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré”.

Ahora bien, tenemos dos pensamientos aquí: uno, “mi siervo”; dos, “Israel”. Aquí nosotros no vemos sólo un Israel, sino dos. ¿Cómo sabemos que hay dos Israel? Leamos el versículo 5: “Ahora, pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacerle volver a él a Jacob y para congregarle a Israel.” ¿Quién es “él”? ¡Israel, el mismo que es mencionado en el versículo 3! Él es el Israel en el versículo 3. Pero al llegar al versículo 5, leemos: “Para hacer volver a él a Jacob”. O sea, para traer a Jacob de vuelta a Israel. O, para que Israel pueda ser unido a Israel. ¿Cuántos Israel tenemos aquí? ¡Dos! Israel en el versículo 3, e Israel en el versículo 5. En el versículo 5 se habla sobre Jacob y se habla sobre Israel. Este es el pueblo de Israel, el que todos conocemos. Este es el Israel del versículo 5. ¿Pero qué decir del Israel del versículo 3? Si nosotros leemos todo el capítulo, vamos a descubrir que este Israel se refiere al Mesías.

Normalmente, nosotros conocemos sólo un Israel, de acuerdo al versículo 3: “Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.” Ahora, si uno lee todo el capítulo va a encontrar que este Israel se refiere verdaderamente al Mesías, a nuestro Señor Jesús. Esto es muy maravilloso. Es algo que nosotros ni siquiera habíamos soñado. Nosotros pensábamos que había solamente un Israel, pero el Señor dijo: “No, hay dos Israel”.

Ahora, en el libro de Isaías no sólo el Mesías es llamado “mi siervo”, sino que el pueblo de Israel también es llamado “mi siervo”. Así que, en el libro de Isaías tenemos dos siervos de Dios, dos Israel: el Mesías y el pueblo de Israel.

Pero ¿cuál es la diferencia entre estos dos siervos? Yo no tengo tiempo para ir a otras partes de Isaías, pero esto queda muy claro, según la revelación de este libro. Uno de ellos, Israel, es ciego; en cambio el Otro, el Mesías, tiene plena visión.

Si uno lee todos los libros del Antiguo Testamento –hay por lo menos 17 libros proféticos en el Antiguo Testamento– llega a la siguiente conclusión: Cuando se habla de Israel, por un lado se aplica al pueblo de Israel y por otro lado, se aplica al Mesías.

Pero déjenme hacerles una pregunta: ¿Por qué el pueblo de Israel es llamado pueblo de Israel? Porque su padre un día se llamaba Jacob, y él pasó por una maravillosa experiencia en Peniel. Allí Dios tocó su muslo. Desde entonces, cuando él caminaba, sabía que cada paso que él daba era por la gracia de Dios. Antes él pensaba que era muy fuerte, pero a partir de entonces, quedó muy débil, exactamente como el apóstol Pablo: “Cuando yo soy débil, entonces soy fuerte”, porque la gracia de Dios siempre era suficiente para él.

El motivo por el cual Jacob pasó por Peniel es porque Dios deseaba que él experimentase más de su gracia. Pero más que eso, Dios prometió a Jacob que su nombre no sería más Jacob, sino Israel. Todos nosotros sabemos que el pueblo de Israel se llama Israel, porque su padre no fue más Jacob. Jacob fue transformado. Cuando estudiamos la Biblia, vemos cómo Dios se dirige a Jacob: “Tú, gusano Jacob.” Jacob no es nada; sólo es un gusano, pero Dios le ha dado todas las bendiciones terrenales. La llanura, con dos dimensiones, es todo el mundo para Jacob. Pero Jacob no sabía que había otra dimensión llamada cielo. A través de muchos años de entrenamiento, aquel Jacob que era engañador finalmente fue transformado en Israel. Era un gusano, pero ahora es una mariposa. Ahora él puede volar en el cielo tridimensional.

Esta es la historia de Israel. Este es el potencial del pueblo de Israel. Esto es lo que Dios desea hacer con el pueblo de Israel. Esta es la historia del Antiguo Testamento. Allí se nos dice que nuestro Señor Jesucristo es el verdadero Israel. Es por eso que el Señor dice: “Mi siervo Israel”.

Un día, en 1948, de acuerdo a esta profecía, Dios le habría de congregar Jacob a él. Desde entonces, el Señor Jesús es el centro de la reunificación. Todos saben que en 1948 la nación de Israel renació. Pero ellos no conocen toda esta historia. En verdad, en 1948 Cristo debía ser el centro de aquella congregación para que Jacob pudiera ser reunido a Israel, para que el Israel terrenal pueda ser congregado al Israel celestial. Entonces, hermanos, ustedes están presenciando la historia aquí. Esta es la interpretación de la Palabra de Dios para lo que ocurrió en 1948.

Una doble aplicación

Cuando uno estudia las profecías del Antiguo Testamento, cuando la Biblia se refiere a Israel, uno descubre que hay una doble aplicación: Una es la aplicación al Israel terrenal, y la otra es la aplicación al Señor Jesús. Y siendo él el verdadero Israel, quienes somos nacidos en Cristo, nos tornamos en los verdaderos israelitas. Me parece que esto es muy claro.

En este capítulo 49 de Isaías, la Biblia nos da una ilustración muy buena. Leamos el versículo 6: “Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel”. Esta es la historia desde 1948. Nosotros sabemos cómo el Señor levantó las tribus de Jacob para restaurar el remanente de Israel. Pero el comentario de Dios aquí es muy claro: “Poco es para mí”. Lo que ocurrió en 1948 –el renacimiento de Israel– es algo muy grande para nosotros. El pueblo pudo regresar a su propia tierra. Jerusalén pudo volver al seno de Israel. Así también, un día ocurrirá la reconstrucción del templo de Dios. Y nosotros decimos: “Esto es algo muy grande”. No obstante, si miramos cuidadosamente, veremos el comentario de nuestro Dios. “Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel”. Entonces, ¿qué cosa es mayor?

Vamos a seguir leyendo: “También te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. Nosotros vemos que es poca cosa que en 1948 nuestro Señor Jesús se haya constituido en el centro de la reunificación del pueblo de Israel, porque hay algo mucho más grande que eso: “También te di por luz de las naciones para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. ¿Cuál es la obra mayor? La obra mayor es la salvación, la obra de redención que Jesús completó en la cruz. Comparado con estas grandes cosas, la restauración de Israel es nada.

Así que, ahora Cristo tiene una doble misión: por un lado, él es el centro de la reunificación de Israel en los días postreros; por otro, él es el Salvador de la humanidad.

Según estos dos aspectos de la misión de Cristo, tenemos el doble cumplimiento de esta profecía. Por ejemplo, cuando llegamos al versículo 8: “Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades”, vemos muy claramente que esto se aplica al pueblo de Israel. Es por eso que habla de restaurar la tierra, para que ellos puedan heredar las asoladas heredades. Esto está siendo cumplido hoy.

Pero no debemos olvidarnos: a los ojos de Dios esto es aún poco. Por esto tenemos el versículo 10: “No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a los manantiales de aguas”. Ahora, de acuerdo a esta profecía, Cristo, nuestro Salvador, va a guiarlos hacia manantiales de aguas. Si nosotros estudiamos todo el libro de Isaías, eso se refiere a los manantiales de aguas de la salvación. Como Salvador de la humanidad, siempre nos guiará hacia los manantiales de aguas. Nosotros somos como la mujer samaritana. El Señor dijo que si realmente recibimos esos manantiales de aguas, nunca más tendremos sed. Esa es una maravillosa salvación. Entonces aquí descubrimos que por causa de la doble misión de nuestro Señor, estos dos aspectos diferentes de su obra, uno se aplica a Israel y otro se aplica a la iglesia. Yo creo que está muy claro aquí.

Cristo, el centro de la reunificación de Israel

Entonces, algo tiene que ocurrir antes de su regreso. Vamos a leer en el versículo 11: “Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas. He aquí, éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim”. Esta parte es una de las profecías más interesantes. Pero uno tiene que ver todo esto aquí bajo la luz de la doble visión. La profecía dice: “He aquí, éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente”. ¿Qué significa eso? La Biblia siempre usa a Jerusalén como el centro. Cuando la Biblia dice norte, se refiere a Siria. Cuando la Biblia dice sur se refiere a Etiopía. Cuando dice oriente, se refiere a Irak e Irán. Cuando la Biblia dice occidente, se refiere a la Europa oriental. No olvidemos que la Biblia menciona aquí el norte y el occidente. Pero no se refiere a Siria ni a Europa oriental. Hay que leer el contexto aquí: “Ellos vendrán de lejos”. Es decir, de muy lejos al norte y de muy lejos al occidente. Eso significa más allá de la Europa oriental y más allá de Siria. Esta profecía se ha cumplido maravillosamente.

¿Cuál es el occidente más lejos? Estados Unidos, México y Canadá. ¿A quién se refiere cuando dice lejos en la dirección norte? Se refiere a Rusia.

Vamos a leer el capítulo 43. Vamos a encontrar algo mucho más interesante aún. Versículo 5: “No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré”. No habría problema para que el pueblo de Israel volviera a su propia tierra desde el occidente. Pero hay una parte del mundo donde ellos tendrían problemas.

Versículo 6: “Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae mis hijos de lejos, y mis hijos e hijas de los confines de la tierra”. Otra vez nosotros tenemos que interpretar qué es el norte y qué es el sur aquí. Aquí no se refiere a Egipto o Siria, sino lejos hacia el norte y lejos hacia el sur. Desde 1948, el pueblo de Israel ha retornado de más de 104 naciones. De acuerdo a estas profecías, ellos no tendrían ningún problema, excepto de dos áreas que no iban a permitir que el pueblo de Israel saliese. Por esta razón Dios tiene que decir al norte: “Da acá” y al sur: “No detengas”.

¿Cuáles son esas dos áreas? Nosotros tenemos que juzgar de acuerdo a la Palabra de Dios. No es por adivinación; no es así cómo se interpreta la Biblia. Nosotros tenemos que interpretar la Palabra de Dios por medio de la Palabra de Dios. Ahora, ¿dónde está el sur? La Biblia no dice solamente sur, sino el sur lejano, los confines de la tierra. Nosotros podemos pensar que Chile es el confín de la tierra. Pero eso es según nuestro pensamiento. Nosotros debemos saber cómo el Espíritu Santo define los confines de la tierra. Para eso, tenemos que estudiar el evangelio según Mateo.

Recordamos que nuestro Señor dijo: “La reina del sur vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”. Nosotros sabemos que la reina del sur era la reina de Sabá en el Antiguo Testamento. La Biblia dice que ella vino de “los fines de la tierra”.

Nosotros sabemos que la reina de Sabá vino de Etiopía. Si viajamos desde Jerusalén hacia el sur, al llegar a Etiopía, según la Biblia, nosotros llegamos a los fines de la tierra. Esto es muy claro. Cuando la Biblia habla del sur lejano se refiere a Etiopía.

Yo espero que cuando ustedes vayan a casa después de este encuentro, busquen un mapa, tomen un lápiz y una regla, y ubiquen Jerusalén. Entonces tracen una línea con la regla directamente hacia el sur. Ustedes encontrarán Etiopía. Si ustedes miden la distancia, verán que Etiopía está a 1.400 millas de Jerusalén (2.100 Km).

De acuerdo a la profecía aquí, significa que Etiopía no habría de permitir que el pueblo de Israel saliera para ir a su tierra. Esto ocurrió así. Si usted mira la historia, verá que el gobierno de Etiopía no les permitió salir. Así que esa es un área.

La otra área es el norte lejano. La Biblia tiene mucha simetría. La revelación de la Biblia es muy científica. Si ustedes quieren conocer cuál es el norte lejano, entonces de acuerdo al principio de la simetría, es muy claro: Busque Jerusalén en su mapa, pero ahora haga el viaje hacia el norte. Si antes viajamos hacia el sur 1400 millas, ahora vamos a hacer lo mismo hacia el norte. Ustedes se van a llevar una sorpresa: si hacemos este experimento, vamos a alcanzar precisamente al Moscú de hoy.

De acuerdo a Isaías 43, que fue escrito 800 años antes de Cristo, nosotros sabemos que había solamente dos áreas que no iban a permitir que el pueblo de Israel regresase a su tierra después de 1948. Una es Etiopía, y la otra es Rusia. Esto fue así. Ellos no les permitían salir.

Pero entonces, un día Dios tuvo que hacer algo. Y Dios dijo a Gorbachov: “Dámelos”. Hay una cosa interesante. Un escritor de un diario, el CBS de Estados Unidos, estaba en Moscú en aquel tiempo, y literalmente él escuchó la conversación de Gorbachov con los judíos: “Por muchos años, el mayor deseo de ustedes ha sido regresar a su tierra. Y ustedes repiten y repiten ese deseo. Yo estoy cansado de oírlo. Así que, si ustedes quieren irse, váyanse”. Ahora, ¿por qué Gorbachov dijo eso? Porque hay uno que es mayor que Gorbachov, el cual le dijo: “Da acá”.

Así tenemos que, en casi una noche, el gran imperio soviético colapsó. Mientras este imperio estuviera en el poder, el pueblo de Israel nunca podría haber regresado a su tierra. Había cerca de 3,5 millones de judíos en Rusia, pero Rusia no los quería entregar. Entonces, finalmente, gracias a Dios, alrededor del 1990, Dios dijo: “Da acá”, por lo cual Gorbachov tenía que permitirles salir. Así como Moisés dijo a faraón: “Deja salir a mi pueblo”, ahora Gorbachov tenía que obedecer. Entonces, desde 1990, casi un millón de judíos regresaron de Rusia. En promedio, en un aeropuerto de Tel-Aviv, casi cada 20 minutos aterrizaba un avión desde Rusia. Del casi un millón de judíos rusos, por lo menos había 3.000 científicos, los mejores de Rusia. Si nosotros reuniésemos a todos estos eruditos, ellos podrían crear cinco universidades como el Instituto Weismann 1 . Muchos músicos vinieron de Rusia. Ellos serían capaces de formar las cinco mayores Orquestas Sinfónicas del mundo.

¿Qué decir de Etiopía? Esto es muy interesante. En aquel tiempo, ocurrieron algunas cosas en el ambiente político de Etiopía. Cuando ellos tenían una cumbre política, el gobierno de Israel tomó una acción, la operación “Salomón”. Yo pienso que ellos gastaron como cien millones de dólares para arrendar varios aviones 707, y enviarlos a Etiopía. Ellos trajeron más de 10.000 judíos de vuelta a Israel. Etiopía intentó retenerlos, pero gracias a Dios, esta operación fue inevitable. Siete bebés nacieron durante el vuelo. Por dos mil años, ellos habían soñado con regresar algún día a su tierra natal. El encuentro en el aeropuerto fue de los más emocionantes. Cuando los rabinos judíos estaban dándoles la bienvenida a sus hermanos, muchos lloraban. Ellos dijeron: “Esto significa que el Mesías aparecerá muy pronto”.

El Mesías, el Salvador de la humanidad, tiene una misión. Él es el centro de la reunificación. Ese Israel va a traer este Israel. Aunque ahora Rusia o Etiopía no les permitan dejar salir, Dios opera todas las cosas conjuntamente. “¿Quieres retener a mi pueblo?”. ¡Todo el imperio colapsó! “Entonces mi pueblo verdaderamente va a salir”.

Vamos a regresar a Isaías capítulo 49. Ahora queda mucho más claro. Versículo 12: “He aquí estos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente …” (lejos al norte y lejos al occidente). Nosotros conocemos a qué se refiere con “occidente”: Estados Unidos, México, Canadá. Esta profecía se ha cumplido cerca del año 1990. Nosotros somos muy bendecidos, porque veremos con nuestros propios ojos muchas profecías cumplirse. Es lo que el Señor está haciendo.

“… Y éstos de la tierra de Sinim”. Tenemos el lejano norte, el lejano oeste, ahora tenemos el lejano oriente. Éstos vienen de la tierra de Sinim. Sinim es China. Esto significa que cuando el pueblo de Israel regresara de vuelta a su tierra, incluso algunos de ellos regresarían de China. ¿Pueden ustedes creer eso? Los chinos son chinos y los judíos son judíos. Ustedes han visto muchos judíos y han visto muchos chinos. ¿Pueden ustedes imaginarse? ¿Y estos judíos verdaderamente regresarían de China? ¿Tendrá la Biblia algún error? Hermanos y amigos, no hay error.

Cerca del año 200 d.C. hubo muchos judíos que se fueron a China; ellos fueron a Caicún, la capital de China en aquel tiempo, y se establecieron allá. Ahora, ellos tenían que ser muy cuidadosos. Ellos no querían atraer la atención de las personas; preferían esconderse. Pero si ellos se escondían, entonces sus hijos podrían olvidarse de que eran judíos. Entonces ellos escondieron sus nombres adoptando el nombre del último emperador. En aquel tiempo, el apellido del emperador era Chao, así que todos los judíos tomaron ese apellido. Vestían como los chinos, adoptaron todas las costumbres chinas, pero tenían también sus sinagogas, sus Biblias. Generación tras generación ellos se hicieron parte de la cultura china, pero nunca se olvidaron que eran judíos. Normalmente, uno los conoce por la expresión de su rostro, las mujeres son mucho más altas, y sus narices son muy diferentes a las narices chinas.

Ahora, una cosa muy interesante: Desde 1949, muchos de estos judíos chinos regresaron a Israel. Si usted visita Tel-Aviv y va a cualquier restaurante chino, no es necesario preguntar el apellido del dueño, pues debe ser Chao. ¿Por qué? Porque ellos vienen de la tierra de Sinim. Ellos vienen de China.

Cristo tendría una misión. Siendo uno el pueblo de Israel, nuestro Señor cumplió la misión de congregarlos. Esto es muy interesante.

Cristo es el centro de la reunificación de la Iglesia

Aunque esta parte de la profecía se ha cumplido maravillosamente es solamente una parte de la historia. Nuestro Señor no es solamente el centro de la reunificación de Israel; él es también el Salvador de todo el mundo, y él es la luz para todas las naciones, para que su salvación pueda alcanzar hasta los confines de la tierra. Él los va a guiar a los manantiales de las aguas de salvación. Entonces esta parte también tiene que ser cumplida. Hay una cosa muy interesante. Si esto se aplica a la iglesia, si esto se aplica a Su obra de salvación –según el versículo 12–, esos vendrán de lejos. No sólo del lejano oriente: también del norte lejano.

¿Qué significa esto? De acuerdo a esta profecía, después del colapso del imperio ruso, el evangelio de alguna manera tendría que penetrar allí. Hoy nosotros sabemos cómo explicar eso. Miles de personas están siendo salvas en Rusia. Es el cumplimiento de esa maravillosa profecía: “He aquí ellos vendrán de lejos, desde el norte”. Pero hay algo aún más sorprendente. La China es un país que ha adorado sus ídolos por más de 5.000 años. Pero de acuerdo a la Palabra de Dios, la salvación iba a alcanzar también a esa tierra oscurecida. Y ahora esta maravillosa profecía se va a cumplir también.

Ellos estaban adorando esos ídolos, pero ahora están siendo transportados hacia el reino del Hijo del amor de Dios. Ahora ellos están viniendo a los manantiales de aguas. Esto está ocurriendo después de 30 años de muchas tormentas.

Nosotros sabemos que la China es un país de ateos. El gobierno ha declarado que Dios no existe. La generación más joven ha sido enseñada con esta educación. Después de 30 años con una mano de hierro, uno casi podría estar seguro de que no habría más evangelio allá, porque su propósito era eliminar todas las religiones, incluyendo el evangelio. Debemos recordar que esta mano de hierro es mucho más severa que la del Imperio Romano. El pueblo chino es el más populoso de toda la tierra.

Uno podría pensar que después de estos 30 años tempestuosos no hubiese ningún creyente allá. Pero para nuestra sorpresa, aunque no hubo un Billy Graham, ni hubo un D.L. Moody, el Señor ha hecho una obra maravillosa. Uno descubre que uno a uno han ido siendo salvos. Naturalmente, el gobierno nunca va a reconocer este hecho. Según sus estadísticas, hay 46 millones de cristianos. Por supuesto, ellos no desean mostrar un gran número; además, es lo que ellos conocen. Pero hay muchas iglesias subterráneas, y esos son los cristianos que ellos no conocen. Así que podemos duplicar ese número.

Recordemos que nuestro Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Eso verdaderamente ocurrió en China. Muchos misioneros que visitaron China no se podían explicar este fenómeno. Sin evangelistas, sin grandes predicadores, todo subterráneo. China es una tierra no apropiada para el crecimiento de la vida. Uno ve la muerte por todas partes. Para ellos no había esperanza. Ningún misionero tenía autorización para predicar el evangelio allá. Pero, para su sorpresa, se ha cumplido lo que dijo nuestro Señor: “En ti me gloriaré”.

Entonces, el Espíritu Santo no puede hacer otra cosa sino prorrumpir en alabanzas: “Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia”. (v.13).

Así que, hemos descubierto una ley de interpretación profética muy importante. En el capítulo 49 de Isaías nosotros vemos un cumplimiento doble. La palabra Israel no sólo se aplica al pueblo de Israel, sino que también se aplica a la iglesia celestial. Si nosotros vemos esto, cuando estudiemos la profecía no solamente veremos el futuro de Israel, sino también veremos el futuro de la iglesia.

1 El “Weissman Institute”, es la mejor Universidad de Israel, comparable con la Universidad de Harvard, de Estados Unidos.
 
Síntesis de un mensaje compartido en el Retiro de “Ranchillo”, Chile, en enero de 2003.