Una mirada a la tecnología y la informática de los próximos días.

Escuchar a un futurólogo de la tecnología y la informática hablar sobre lo que nos trae el mañana puede parecer irrisorio y descabellado; sin embargo, mucho de lo que era irrisorio y descabellado ayer hoy ya es una realidad.

Según estos expertos, en algunos años más sacar el teléfono celular para hacer una llamada será calificado de «pasado de moda», porque para entonces estarán incorporados en alguna parte del cuerpo. Objetos que «piensan» empezarán a interactuar con nosotros, de forma que estaremos rodeados de ellos en las calles, en las casas, en nuestros cuerpos y posiblemente en nuestras cabezas.

Probablemente los textiles sean utilizados para incrementar la funcionalidad, la forma o la estética de tales objetos. De hecho, esos materiales ya están empezando a cambiar los diseños de los aparatos electrónicos. Algunos reproductores de MP3 –el artículo más solicitado del momento– probablemente sean muy pronto integrados en nuestra ropa. La tecnología portátil podría aprovechar el calor corporal para cargarse, mientras que los «video tatuajes» o lentes de contacto inteligentes podrían funcionar como pantallas de televisión para aquellos que estén viajando.

Las posibilidades de la tecnología van a permitir la creación de productos muy difíciles de clasificar bajo los conceptos conocidos de cámaras, teléfono móvil, walkman o grabadora de voz. Todos estos dispositivos tendrán algo en común: conservarán la facilidad de uso de sus predecesores, pero contarán con información digital y estarán apoyados en la conexión a la red Internet. Y aquí es donde toda esta tecnología se potenciará enormemente, pues en esta «revolución de la comunicación», la red Internet estará en el centro de ella.

En este último campo, se prevé que el software ‘Open Source’ (abierto o libre) terminará por imponerse, y que a él seguirá una liberalización de los ‘copyright’ de muchas editoriales. Esto traerá una inundación aún mayor de información libre en todas las áreas.

El futuro es mañana

Pero no es necesario ir tan lejos en el tiempo para maravillarse por los avances de la tecnología. Muy pronto un par de grandes compañías aeronáuticas permitirán a los pasajeros utilizar sus teléfonos celulares, sin riesgo de que tales aparatos interfieran el sistema computacional de las naves. En algunos países de Europa muy pronto también los usuarios de teléfonos celulares podrán ver los programas de televisión favoritos en su celular las 24 horas del día.

La industria del entretenimiento es la primera en beneficiarse, y la creatividad allí no tiene límites. Algunas de las aplicaciones de la tecnología en ese campo parecen francamente superfluas. Por ejemplo, un escritor chino comenzó a escribir una novela que será transmitida en mensajes de texto (largos por supuesto) de teléfonos celulares. Una empresa de Hong Kong diseñó una compañía para los hombres de negocios que dicen no tener tiempo para conocer mujeres de verdad. Los inventores de la ‘novia virtual’ esperan que su impacto en el mercado sea similar al de los ‘tamagotchi’, las mascotas virtuales que hicieron furor en los 90.

Año tras año se celebra en Hannover, Alemania, la CeBIT, la feria de tecnología informática y comunicación más grande del mundo. Es tal la profusión de nuevos productos que se exhiben cada año, que allí no se puede usar la palabra ‘imposible’, porque lo que no está creado se puede crear para el año siguiente.

Uno de los grandes objetivos de los expositores de la CeBIT es simplificar la vida del acongojado consumidor de tecnología. Para ello, se busca evitar la incesante acumulación de aparatos y sus respectivos cables en el living, en la oficina o en el auto, desarrollando el teléfono celular como una suerte de control remoto universal para todos los aparatos posibles. Los grandes consorcios como Siemens, Sony, Philips y Samsung trabajan para crear un sistema que interconecte todos los aparatos domésticos entre sí bajo el poderoso control de un celular.

Así se podría saber, mirando el celular mientras está sentado en un parque, si hay suficiente leche en el refrigerador, si es hora de abrir la puerta para que salga el gato o si su pareja está mirando, otra vez, ese horrible programa de televisión.

Una revolución inimaginable

Pero todo lo dicho hasta aquí es como nada ante lo que parece será la verdadera revolución de la informática del futuro: «la informática cuántica». Ya hay avanzadas investigaciones que permiten sostener que para el año 2010 los actuales sistemas computacionales podrían ser reemplazados definitivamente. Sí, tal como usted lo lee: la informática cuántica podría cambiar la tecnología tal y como la conocemos. Los científicos dicen, y están demostrando, que es posible construir computadores millones de veces más potentes que los actuales con una capacidad de cálculo que podría hacer, entre otras cosas, que los sistemas actuales de codificación de mensajes secretos fueran rotos en instantes.

El descubrimiento ha desencadenado una ola de entusiasmo entre los físicos y los científicos informáticos, y está llevando a docenas de centros de investigación de todo el mundo a realizar experimentos que auguran el advenimiento de una era de computadores «cuánticos», máquinas especializadas que posiblemente un día sean miles o millones de veces más rápidas que los supercomputadores más potentes de hoy.

Una aplicación práctica de esto podría ser el aumento de la velocidad para encontrar una palabra escondida entre todos los datos almacenados en la red mundial de Internet. No hace mucho, los investigadores de IBM hicieron una especie de instantánea de toda la red, más de ocho billones de bytes en datos. Para buscar la palabra utilizando un computador convencional (que trabaja con unidades llamadas ‘bits’) se precisaría todo un mes, pero utilizando un computador cuántico sencillo (que funciona con unidades ‘q-bits’) sólo se necesitarían 27 minutos.

La brecha digital

Este panorama es deslumbrante y alucinador. El mundo del mañana parece extraordinariamente atractivo, más confortable y placentero.

Sin embargo, con el aumento de las tecnologías y el desarrollo de la informática está quedando de manifiesto un problema que tiene alcances planetarios: una gran brecha entre ricos y pobres, entre viejos y jóvenes y entre hombres y mujeres. Es lo que se ha dado en llamar la «brecha digital».

Enrique Iglesias, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante la última reunión de ese organismo en Milán subrayó la relación estrecha entre la nueva tecnología de la información y comunicación y el desarrollo socioeconómico, expresando que el crecimiento de la economía del conocimiento es el puente entre el crecimiento económico sostenible y la reducción de la pobreza, con la promoción de equidad.

Preocupadas por este tema, las Naciones Unidas convocaron en diciembre de 2003 a la Primera Cumbre de la Sociedad de la Información en Ginebra, Suiza. A ella asistieron delegados de más de 170 países, entre ellos varios jefes de Estado y de gobierno, y tuvo como objetivo intentar resolver los problemas de la llamada «brecha digital» entre las naciones ricas y pobres. Los participantes en la reunión, auspiciada por las Naciones Unidas, acordaron establecer un fondo para ayudar a los países en vías de desarrollo a beneficiarse de la nueva tecnología.

Una de las metas del plan de acción de la Cumbre es que todas las universidades y los hospitales del mundo estén conectados para el 2005 a Internet, y todas las poblaciones para el 2010.

El gigante informático Microsoft anunció dos iniciativas de US$ 2.000 millones en cinco años para apoyar este trabajo. El gobierno de Estados Unidos anunció un programa similar por US$ 400 millones. El grupo de Naciones Unidas para la tecnología de la información, Irlanda, Canadá, Suecia y Suiza, anunciaron un programa de educación electrónica a distancia de US$ 80 millones en su primera fase.  La próxima Cumbre, a realizarse en 2005 en Túnez, espera hallar a los países pobres en un mejor pie para enfrentar esta revolución que se avecina.

Hacia el hombre tecnológico

Tal como lo anunciaba el Señor en los días del profeta Daniel, verdaderamente «la ciencia se aumentará», y tal vez lo que era el prototipo de hombre hasta el siglo XX, el «humanista», se convierta definitivamente en el hombre «tecnológico» o «cibernético».

Todo este avance científico y tecnológico trae consigo algunos planteamientos éticos. En el mismo ámbito de la ciencia se alzan voces para representarlo. Por supuesto, la ciencia en sí misma es a-moral, pues sus descubrimientos pueden ser utilizados para el mal como para el bien. Pero si al avance científico se agrega un retroceso en el plano moral; si al hombre tecnológico se le agrega el ingrediente de la impiedad, entonces el resultado puede ser catastrófico.

La ciencia parece estar en condiciones de dotar aún más al hombre de superpoderes. Sin embargo, surge una interrogante: ¿Qué hará el hombre con ellos? Lo que hasta aquí ha hecho no permite ser muy optimistas en relación al futuro.

El libro de Apocalipsis nos muestra a un hombre lleno de superpoderes, confiado en sí mismo, capaz de maravillar al mundo, pero moralmente atrofiado, endurecido, incapaz de arrepentirse cuando es tocado por Dios.

¿Qué hay al final de este camino? El fin de todo ello tal vez sea lo que la Biblia describe como «el hombre de pecado, el hijo de perdición», que se hace pasar por Dios, hasta concluir sumiendo a la humanidad en la bancarrota.