Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”.

– 2 Tes. 3.10.

La ocupación de un cristiano es una consideración importante en la vida. Si él o ella elige la ocupación equivocada, tal persona se verá obstaculizada en su progreso en el Señor. De ahí que un cristiano debe ser cuidadoso en la elección de su profesión.

En el momento de la creación, Dios no solo creó al hombre sino también previó su ocupación. Nombró a Adán y Eva para vestir y para mantener el jardín del Edén. Por lo tanto, el trabajo de ellos antes de la caída fue el de un jardinero.

Tras la caída, ellos tuvieron que trabajar con sudor para obtener su pan, porque el suelo estaba maldito por causa de ellos mismos. Esto indica que después de la caída, la ocupación designada para el hombre es la de un agricultor. Dios sabe mejor que nadie que la agricultura es el mejor ejercicio para una humanidad caída.

En el capítulo 4 de Génesis, encontramos a Caín labrando la tierra, mientras que Abel, su hermano, era pastor de ovejas. Así, el pastoreo se agrega como otra ocupación además de la agricultura, y esto también es aceptable para Dios.

A medida que la población de la tierra comenzó a aumentar, surgieron todo tipo de artesanos: los herreros, los caldereros, los fabricantes de instrumentos musicales y los fabricantes de herramientas afiladas. Y en el tiempo de la construcción de la torre de Babel (ver Génesis 11), también había albañiles y carpinteros. Aunque la torre de Babel no debería haber sido construida, los hombres, sin embargo, aprendieron a construir durante aquel periodo.

Desde el capítulo 12 de Génesis, aprendemos que Dios escogió a Abraham. Y Abraham era ganadero: tenía muchos vacunos y ovejas. Su nieto Jacob siguió el mismo oficio de pastor.

Más tarde encontramos al pueblo de Israel haciendo ladrillos en Egipto para Faraón. Eran albañiles. Pero cuando salieron de Egipto, Dios les dio dos bendiciones: una era apacentar ovejas, y la otra era labrar la tierra de Canaán que fluía leche y miel. Que una rama con un racimo de uvas necesitara dos hombres para transportarla indica claramente el trabajo de hortelano.

Dios les advirtió que si ellos se rebelaban contra él y adoraban ídolos, él haría que el cielo fuese como de bronce y la tierra como hierro, de manera que la tierra no produjera frutos. Esta es una evidencia más de que sus principales labores en la tierra prometida de Canaán debían ser la agricultura y el pastoreo.

Las anteriores son las diversas ocupaciones aprobadas por Dios que se muestran en el Antiguo Testamento.

¿Y qué hay acerca de las ocupaciones básicas mencionadas en el Nuevo Testamento? De las parábolas dichas por el Señor Jesús encontramos que la agricultura y el pastoreo son de nuevo las principales labores: Mateo 13, la parábola del sembrador; Mateo 20, la parábola de la viña; Lucas 17, el siervo que sirve al amo a la mesa después de venir del arado o haber guardado las ovejas; y Juan 10, el Señor como el buen pastor que da su vida por las ovejas.

Cuando el Señor llamó a sus doce apóstoles, la mayoría de ellos eran pescadores. Si alguno de ellos era un recaudador de impuestos, el Señor le exigiría que abandonara su puesto. Sin embargo, a los pescadores que estaban entre ellos, él les dijo: «Os haré pescadores de hombres» (Mateo 4.19b). En consecuencia, la pesca era también una vocación aprobada por Dios.

Lucas era un médico (Col. 4.14a), y Pablo fue fabricante de tiendas (Hechos 18.3). Hacer tiendas de campaña es diferente de la pesca, ya que es un trabajo de manufactura. Mientras que la agricultura es un trabajo directo, el trabajo de hilar, tejer, cortar o hacer carpas supone un paso adicional en el proceso de trabajo y, por lo tanto, es un trabajo de fabricación.

Podemos decir que del Antiguo Testamento al Nuevo, Dios hizo su arreglo para las ocupaciones. Los discípulos del Señor eran agricultores o pastores o artesanos o pescadores o fabricantes. Podemos agregar una ocupación más, la de un obrero. Porque el Nuevo Testamento contiene esta palabra: «El obrero es digno de su salario» (1 Tim. 5.18b). Un obrero es aquel que trabaja con sus manos en mano de obra no calificada o manual. Este tipo de empleo también es ratificado en la Biblia.

El principio que rige las ocupaciones

Revisando las Escrituras, encontramos que Dios ha ordenado para los hombres diversos tipos de trabajos. Detrás de estas ocupaciones, hay un principio básico: los hombres deberían beneficiarse de la naturaleza al ganar su salario invirtiendo su tiempo y su esfuerzo. Aparte de este principio que opera en cualquier ocupación dada, la Biblia no parece aprobar ningún otro tipo de empleo. Analicemos varias facetas de este principio, de la siguiente manera:

  1. Obtener los recursos de la naturaleza para aumentar la riqueza

¿Cómo podemos explicar esta afirmación? Quizás podamos explicarlo mejor de esta manera: un sembrador siembra su semilla, y luego obtiene un rendimiento de treinta, sesenta o ciento por uno. Tal multiplicación proviene del suministro de la naturaleza, que es abundante y está abierto para todos. Porque Dios hace que el sol brille sobre los injustos, así como sobre los justos. Él también hace caer la lluvia sobre ambos.

Esta es la ventaja de la agricultura. Dado que es Dios quien da el aumento, esto muestra que el propósito de Dios es que los hombres tomen la gracia de la naturaleza.

La misma regla se aplica a la ganadería. A medida que uno atiende al rebaño, se beneficia con muchas crías, así como con lana y leche. Este es el aumento de producción obtenido de la naturaleza.

En el Nuevo Testamento, observamos la pesca como una ocupación. Pescar en el mar todavía es extraer recursos de la naturaleza. Nadie se volverá más pobre porque yo pesco en el mar. Puede que yo me enriquezca con la pesca, pero nadie se empobrecerá por mi causa. Mi oveja puede dar a luz a seis corderos y mi vaca puede tener dos terneros, pero nadie se empobrecerá por mi causa.

O yo puedo ser agricultor y obtener un rendimiento del ciento por uno. Sin duda, eso no causará que ninguna persona o familia sufra hambre o pérdida debido al buen rendimiento de mi tierra. Por lo tanto, el principio básico para las ocupaciones humanas es: yo gano, pero nadie perderá. Las ocupaciones más nobles diseñadas por Dios entran bajo esta regla.

  1. La manufactura – El aumento del valor

La fabricación de carpas de Pablo está bajo el mismo principio, aunque no sin alguna variación. Él no obtiene ganancias yendo directamente a la naturaleza como en la pesca, el pastoreo o la agricultura; más bien, pone su esfuerzo y su tiempo en un tipo de trabajo de fabricación. Podemos ver ese trabajo como aquel que aumenta el valor.

Por ejemplo: una pieza de tela puede valer un dólar. Si lo corté, lo cosí y lo convertí en una tienda de campaña, puede venderse, digamos, por dos dólares. Pero esto significa que yo aumenté su valor y obtuve mi salario.

Nadie se volverá más pobre como resultado de mi ganancia justa. Yo simplemente aumenté el valor de esta pieza de tela añadiéndole mi trabajo. Por lo tanto, es apropiado para mí ganar mi salario de esta manera. Tal empleo puede ser llamado una ocupación que aumenta el valor.

  1. El salario de un trabajador

En el caso de un empleado que trabaja para otro, o en el caso de un albañil o un médico, tal persona simplemente está ganando el salario derivado de su propio trabajo. Aunque no obtiene provecho de la naturaleza ni aumenta su valor a través de la manufactura o fabricación, no obstante ha dedicado gran parte de su tiempo y ha ejercido mucho esfuerzo, que él tiene legítimo derecho a recibir una cantidad en salario acorde con su esfuerzo y tiempo. Dios permite que un trabajador tenga su parte de salario.

Desde el punto de vista de la palabra de Dios, el comercio es la forma más baja de todos los empleos. Si se nos da la oportunidad de elegir nuestra ocupación, podemos elegir aquello que aumentará la riqueza o el valor en lugar de aquello que solo multiplica nuestro dinero. Es una actitud muy egoísta si elegimos esto último.

Hoy somos pobres; ten cuidado, no sea que lleguemos a enriquecernos. Creo que no es difícil para nosotros hacernos ricos porque, como creyentes, somos honestos y diligentes, y porque no malgastamos nuestro dinero en fumar y beber, y en vivir lujosamente.

Antes de su muerte, John Wesley dijo que estaba profundamente preocupado por sus seguidores, porque pronto se convertirían en las personas más ricas del mundo, ya que eran honestos, diligentes y ahorrativos. Y su predicción se ha hecho realidad: hoy, muchos de ellos son ricos, pero ¿son ricos en Dios?

En conclusión, permítanme decir que esperamos que los creyentes jóvenes ganen su dinero con trabajo honesto. No apunten a hacer una gran ganancia comprando y vendiendo. Nuestro principio siempre debe ser aumentar la riqueza, pero no el dinero. Y así el dinero que ganemos será limpio, y será bendecido como ofrenda a Dios. La regla, entonces, es trabajar o producir.

Aunque no nos atrevemos a prohibir el comercio, no obstante sostenemos que debemos hacer todo lo posible por evitar el comercio neto. Es un empleo básico que puede fácilmente hundir a un cristiano en destrucción y llevarlo a ser traspasado de muchos dolores (1 Tim. 6.9, 10).

Traducido de Spiritual Exercise, Chapter 29
Christian Fellowship Publishers