¿Cómo se articula y funciona la iglesia local para que Cristo llegue a tener en ella la preeminencia?

En el día de ayer, se nos llevó, por la Palabra, a la eternidad pasada, y de allá se nos llevó a la eternidad futura, para ver la Iglesia en la eternidad, surgida de Cristo, como ayuda idónea para Cristo, como complemento de Cristo, y con un destino glorioso.

Sin embargo, en esta noche quisiéramos mirar brevemente, algo muchísimo más práctico, más inmediato a nosotros, que es la realidad de la iglesia local.

¿Cuál es la naturaleza de la Iglesia? Quisiéramos, de alguna forma, traer al plano práctico y cotidiano esas realidades eternas, amplias, magníficas, de las cuales se nos hablaba ayer: la iglesia local. Veremos, entonces cómo se articula y funciona la iglesia, para que Cristo tenga en ella la preeminencia? Primera de Corintios cap. 12, versículo 14 en adelante.

Muchos miembros en el Cuerpo

De todas las figuras que la Biblia usa para describir lo que es la iglesia y su funcionamiento, la más perfecta es la del cuerpo humano. Lo primero que nosotros encontramos aquí en el versículo 14, es que en el cuerpo no hay sólo un sólo miembro, sino muchos. “Además el cuerpo – dice – no es un solo miembro, sino muchos».

La Iglesia no es una institución, no es una organización humana, sino que es un cuerpo, es el cuerpo de Cristo. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y en un cuerpo no hay un solo miembro, sino muchos. Lo primero que se nos advierte, entonces, a partir de este versículo, es que en el cuerpo que es la iglesia, no puede haber uno o dos o tres miembros que lo hagan todo, porque eso sería una monstruosidad. ¡Cuidado con que la iglesia local sea un cuerpo monstruoso, en que un miembro está hiperdesarrollado y los demás están atrofiados!

Uno de los problemas de la cristiandad, históricamente, es que unos pocos han tratado de hacer lo que Dios ha demandado a los muchos. Unos pocos tratan de hacer lo que Dios quiere que hagan los muchos. Por lo tanto, la primera cosa que tenemos que aclarar, es que una iglesia normal, es una Iglesia donde hay muchos miembros, no uno sólo. El problema no es que haya pocos hermanos, el problema es de que son uno, dos o tres los que creen constituir este cuerpo. ¡Damos gracias a Dios, porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos!

La ubicación fue determinada por Dios

Una segunda cosa, versículo: 18: «Mas ahora Dios ha colocado a los miembros cada uno de ellos en el cuerpo como él quiso”. ¿Quién te ha puesto a ti, amado hermano, en la iglesia en tu localidad? ¡Dios! ¿Alguien te podrá sacar de ella? ¡Dios te puso a ti y me puso a mí en la iglesia! Él nos bautizó en el cuerpo de Cristo ¿Hay alguna autoridad mayor que la de Dios? ¡Dios es la máxima autoridad en todo el universo! En el corazón de Dios estuviste tú, y Él te bautizó en el cuerpo, que es la iglesia ¡Aleluya!  Dice también que Él nos colocó como Él quiso. No se trata sólo de que Él lo haya hecho, sino que Él lo hizo como Él quiso.

Amado hermano, ¿reconoces tu lugar en el cuerpo? ¿sabes tú dónde Dios quiso ponerte? Este uno de los graves problemas que tenemos, porque todavía es posible que haya hermanos entre nosotros que no saben en qué lugar del cuerpo Dios los puso.  Si eso es así en tu caso, yo te aconsejaría dos cosas: Primero, pregúntale a Dios: “¿Dónde me bautizaste? ¿En qué lugar del cuerpo me pusiste? Pareciera que no encajo en ninguna parte, pareciera que soy tan inútil; hay hermanos tan dotados en la iglesia, tan diligentes, pareciera que no tengo lugar allí, ¡Dios mío!, ¿cuál es el lugar que tú me diste?”. Y lo segundo; pregúntale a los hermanos, ellos también tienen que saber. Alguna luz te van a dar, porque Dios también nos habla a través de los hermanos. Es preciso que tú sepas, amado, porque si no tu vida va ser una vida de frustración. Vas a desear servir, pero no vas a saber cómo ni dónde.

¡La iglesia no se va a restaurar, a menos que todos los miembros del cuerpo conozcan dónde Dios quiso ponerlos, y cómo allí pueden servir! ¡Cristo no va ser el todo en la iglesia a menos que el miembro más pequeño esté sirviendo, esté aportando vida, esté reproduciendo el fruto que Dios quiere que dé! ¡Dios ordenó el cuerpo como él quiso, dispuso los miembros en su respectivo lugar!

Cada miembro tiene una gracia específica

Según lo que nos dice Romanos cap. 12:6, a cada uno de los miembros que Dios ubicó en su respectivo lugar los dotó de una gracia. Dice así: «De manera que teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada …» Hermano, ¿te sientes desgraciado? ¡Ay, hermano, hermana, aquí tenemos que luchar contra la incredulidad y contra la opinión común! Tal vez por años te has sentido inútil, ¡tal vez por años te has sabido un carnal! Mira: ¡“ …según la gracia que nos es dada”! Hermano, hermana: cree esto, ¡asúmelo! Dios te dio una porción de su gracia. No hay ningún miembro que Dios haya querido poner en la iglesia al cual no haya dotado de una gracia específica.

Una de las cosas más tristes de ver en una iglesias local es miembros a los cuales pareciera que se les ha convencido de que ellos no sirven para nada, y que Dios parece que se equivocó con ellos.

Valorando lo que Dios nos hizo ser

Corintios 12:15-16: «Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?. Y si dijere la oreja: porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?” Aquí tenemos un problema con el pie. Él dice: “Yo no soy mano, así que ¿para qué sirvo?”. Y la oreja dice: “Yo no soy ojo, así que ¿para qué sirvo?”. Tanto el pie como la oreja tienen un problema: Ellos miran la gracia del otro miembro, y dicen: «¡Quién como la mano, quién como el ojo! … yo sólo soy un pie, soy sólo una oreja … ¡parece que no soy del cuerpo!”

Amado hermano, tienes que valorar lo que Dios te ha hecho ser en Cristo, apreciar la gracia y el lugar que Dios te ha dado en el cuerpo. Debes aceptar lo que Dios te hizo ser, no menospreciarlo … y tampoco pasarte toda la vida diciendo: “¡Oh, cuánto me hubiese gustado ser ojo!” “¡Oh, cuánto me hubiese gustado ser mano!” “¡Cuánto me hubiese gustado tener el don de la Palabra!”. Sin embargo, si la iglesia consistiera solamente en hermanos con el don de la palabra, entonces la iglesia no sería tal, no sería un cuerpo, ¡sería un monstruo!

Roguemos al Señor para que día tras día haya más hermanos descubriendo su ubicación en el cuerpo, descubriendo la gracia específica que Dios les ha dado, y también que comiencen a servir. Mientras haya un hermano que no sabe qué hacer, que no sabe cómo servir, entonces eso es motivo de preocupación; no sólo para los obreros, sino también debe serlo para los pastores en cada localidad.

Aceptando la diversidad

Versículo 17: «Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído?, si todo fuese oído ¿Dónde estaría el olfato?». Significa que hay diversidad de miembros. Sin embargo, la diversidad, que es tan hermosa, no es suficientemente reconocida en el cuerpo, y hay ojos que quieren que todos los demás sean ojos. Hay manos que quieren que todos los miembros del cuerpo sean manos.

Tal vez ocurra en tu localidad que haya un hermano que es espiritual, que le gusta escudriñar las Escrituras, que le gusta predicar: él quiere que todos prediquen, que todos sean estudiosos de las Escrituras, que todos sean espirituales, y que oren mucho. En otra localidad puede ser que haya otros hermanos que tienen otra gracia, entonces como ellos tienen la posibilidad de hablar y de ejercer alguna influencia, quisieran que todos los demás tuvieran la misma característica de ellos.

Amados hermanos, en la iglesia hay diversidad de miembros, de funciones, diversidad de dones, y eso es lo que hace que el cuerpo sea tan multifacético y tan rico en expresiones Eso permite que el Señor Jesucristo pueda ser expresado en sus diferentes aspectos, virtudes, gracias y bellezas. En Cristo están encerradas todas las excelencias, las bellezas, la hermosura, pero para expresarlo tenemos que ver que el cuerpo posee diversidad de miembros y de dones.

Voy a poner como ejemplo a los hermanos músicos. Hay diferentes instrumentos aquí, las guitarras suenan muy lindo, sin embargo si hubiera solamente guitarras, no sería tan bueno. El teclado también suena bien. Pero si hubiera veinte teclados y ningún otro instrumento, no sería tan bueno. El tecladista no puede pretender que todos toquen el teclado. El guitarrista no puede pretender que todos sean guitarristas. Aún el instrumento más pequeño, el que tiene una intervención fugaz tal vez en algún momento, también es necesario, y suena tan bien cuando suena en el momento preciso, aunque sea con un solo golpe de sonido al final.

En la iglesia hay hermanos que pasan casi inadvertidos. Hay hermanos que parece que no sirven para nada; sin embargo, qué hermoso es cuando ellos muestran su gracia y bendicen al Cuerpo. En la iglesia no sólo son útiles los espirituales, entre comillas. Todos somos necesarios, todos somos útiles, ¡Gracias al Señor porque no nos ha despreciado! No ha incluido sólo a los mejores, también nos ha incluido a nosotros.

No prescindencia

Versículo 21-22: “Ni el ojo puede decir a la mano no te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies no tengo necesidad de vosotros, antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios.” Podría ser que alguien diga a su hermano: «No te necesito, yo me las sé arreglar solo; tú eres tan pequeño, eres tan débil, no conoces las Escrituras. Si yo te digo dónde está el libro de Corintios tú lo buscas en el Antiguo Testamento». Aquí está el ojo diciéndole a la mano: «No te necesito». La cabeza le está diciendo a los pies: «Yo no tengo necesidad de ustedes».

Hermanos, qué doloroso es ver cuando un miembro del cuerpo menosprecia a otro. No menospreciemos a los más pequeños, a los débiles. No menospreciemos a los carnales, nunca. “Ni siquiera lo pensemos: no te necesito”. Porque pudiera ser que el Señor, en un momento crucial de desesperación, en un momento de vida o muerte, haga que tú necesites del pequeño, y te salve a través de él.

Hay hermanos que han llegado a la iglesia y que vienen del mundo, de haber pasado mil y una cosas. Vienen heridos. A veces llegan con una situación matrimonial anormal, una familia destruida … eso pertenece a una historia larga del pasado… ¡Cuántas lágrimas, cuántos dolores, cuántos fracasos se han amontonado sobre ellos! Sin embargo, el Padre los trajo, los perdonó y los bautizó en el cuerpo. Y nosotros, que tenemos un corazón tan legalista, tan inmisericorde, los marcamos para siempre: “No, este no puede servir”. Si el hermano trata de ayudar en algo, aunque sea en una cosa pequeña: “Hermano, yo tengo un auto, yo te puedo trasladar, yo te puedo acompañar, yo puedo conducir el vehículo, quisiera servir …” Nosotros le decimos: “No, hermano, no te preocupes …” En el fondo le estamos diciendo: “Yo no necesito de ti. Tú no sirves”.

Cuando nosotros miramos en el libro de Timoteo encontramos allí los requisitos para los obispos y para los diáconos, pero qué bueno que allí no aparezcan requisitos para los profetas, ni tampoco hay requisitos para los evangelistas, para los apóstoles, para los maestros, o para los que sirven, para los que llevan un vaso de agua, para los que ayudan a sostener. No, no hay requisitos para ellos. ¡Dios los recibió! Y si Dios los recibió ¿quién soy yo para cerrarles el corazón?

Amados hermanos, es cierto que ellos no podrán ser ancianos ni diáconos. Tenemos que obedecer la Palabra. Pero la Palabra no dice nada de otras funciones que ellos pueden desempeñar en el cuerpo. A veces nos parece que esos hermanos que se sienten más indignos entre nosotros, son los más serviciales. ¡No le cerremos la puerta a nadie que Dios traiga para Cristo! No podemos prescindir de nadie. Esto es una advertencia para los miembros más visibles, para los que tienen una mayor responsabilidad: no menospreciar a los más pequeños, a los más torpes.

Más al que tiene menos

Versículos 23 y 24: «Y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a estos vestimos más dignamente, y los que en nosotros son menos decorosos se tratan con más decoro, porque los que en nosotros son más decorosos no tienen necesidad, pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba”. ¿Cómo se llama eso de dar más al que tiene menos? Parece que eso es la equidad. Hermanos amados, yo sé que para muchos es una especie de honor que un obrero (o un pastor) vaya a su mesa y coma con ustedes, o que un obrero se quiera hospedar en su casa. Pero ¿saben? El Señor quiere que sean honrados los de menor estima. Invita a ese hermano que parece que nadie toma en cuenta, prepara la mesa, atiéndelo, o a esa hermana anciana, a esa hermana viuda … ¡Estarás agradando al Señor!

¿Queremos conocer cómo es el corazón de Dios? Él honra más al que necesita más. Para que no haya desavenencia en el cuerpo. Para que no tengan mucho unos pocos y poco los muchos. Hermanos, ¿podemos ver que si esto no lo estamos viviendo nosotros en la iglesia local Cristo no será el todo en todos?

Interafectación

Por último, el versículo 26 dice: «De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan». ¿Cómo podemos llamar a esto, esto de que lo que ocurre con uno ocurre con todos, sea bueno, sea malo, sea doloroso o feliz, esto de la interdependencia, de la interafectación? Podríamos decir que es como una especie de ley del eco: uno habla y se escucha el reverberar en todo el ambiente. Lo que pasa con uno le afecta al cuerpo. Si un miembro padece todos se duelen, si uno recibe honra, todos se gozan.

Podemos decir también, bajo este mismo principio, que si uno peca, la muerte de ese pecado afecta a todos; si uno se santifica, la vida de ese miembro también alcanza a todos. La bendición que sale por la boca de un miembro, bendice al miembro más lejano. La bendición que pronuncia la boca alcanza hasta el dedo más chico del pie. Amados hermanos, no hay tal cosa como una desconexión entre los miembros del cuerpo. Todo nos afecta a todos. Todo nos llega, todo nos duele, todo nos alegra.

Es posible que tú hayas pecado durante la semana, y que no te hayas arrepentido a tiempo. Llegas a la próxima reunión de la iglesia … ¿Sabes? ¡Tu pecado ha producido un peso en los demás! ¿Ves que la alabanza no fluye, ves que la oración como que se detiene, ves que la gloria como que no está? Amados, nadie puede pecar impunemente en la casa de Dios, aunque lo haga en el lugar más escondido. ¡Para Dios no hay secretos!. Y el cuerpo que es la iglesia es un cuerpo que funciona según los designios del Espíritu, porque en la iglesia está el Espíritu Santo. ¡Un Espíritu Santo en una iglesia santa! Hermanos, esto tiene que ver con cosas prácticas, con la realidad cotidiana en cada localidad. Así es la iglesia, esa es su naturaleza. ¡Es un cuerpo articulado, orgánico!

Ahora piensa por un momento, en tu realidad, en tu localidad: ¿Estamos viviendo la realidad de la iglesia como cuerpo? ¿O sólo lo estamos proclamando? ¿Ocurre en la iglesia que sólo unos pocos lo hacen todo? ¿Ocurre en la iglesia que hay hermanos a los cuales no se les considera para que sirvan? ¿Ocurre en tu localidad algo así como lo que hemos descrito? Permita el Señor que su Palabra nos lave de todo eso. Que el Señor quite todo aquello que estorba el funcionamiento de este cuerpo precioso que es la iglesia. ¡Hazlo, Señor, para tu gloria! No queremos la preeminencia de dos o tres: queremos la restauración de la iglesia. ¡Dios está haciendo esto! ¡Aleluya!