«Me confunden las muchas denominaciones y sectas»

Los cristianos tenemos una bienaventuranza muy grande, porque tenemos al Dios verdadero.  Lamentablemente, los cristianos hemos fallado en muchas cosas, entre ellas, en guardar la unidad.  Hemos tropezado en nuestras muchas  opiniones, tradiciones,  doctrinas, vanidades, egolatrías,  y en los métodos acerca de cómo servir  a Dios.

Es verdad: ¡ofrecemos un triste espectáculo al mundo!

El deseo del Señor de que fuéramos uno  no ha sido cumplido.  El hombre no lo ha permitido.  Hemos sido obstinados en grado sumo.  Hemos fallado en amarnos  y en guardar la unidad,  ¡Pero Dios no ha fallado en amarnos y salvarnos!  En medio de este desolador panorama  de la cristiandad se yergue, incólume, la figura del Salvador.  ¡El no ha fallado en amar y en salvar!  La división de los cristianos habla de la ruindad  del hombre;  La salvación de Dios habla de la eficacia  de la obra de Cristo.  ¿Con qué se quedará usted?  No puede confundirse respecto de esto.  Lo primero, usted debe tener –urgentemente– un encuentro con Dios.  Lo segundo, usted debe preguntarle a Dios acerca de qué hacer con lo demás.

Cuando usted conozca a Dios,  sabrá qué hacer con el otro problema.

El fracaso del hombre no es el fracaso de Dios.  Usted no puede tropezar con el hombre,  porque es Dios quien lo está llamando.  Usted debe venir a Cristo.  Usted encontrará un remanso de paz  en medio de la tormenta.  Tendrá reposo en medio de las turbulencias  del tiempo presente.

¿Sabe?  En medio de la confusión de la cristiandad  Hay por aquí y por allá vestigios  de luz verdadera,  en medio del caos de las denominaciones y sectas  hay quienes de verdad aman al Señor.  Ellos abominan de las divisiones,  ellos aman el único Nombre que es digno.  No tienen otro nombre que el de Cristo.  Ellos han renunciado a aquello que divide  a los hijos de Dios,  Ellos pueden amar a todos.  ¡Ellos aman de verdad!

Cuando conozca a Dios, pídale que le guíe,  que le muestre dónde y cómo.  Y usted encontrará el lugar preciso.  Y no habrá más confusiones en su mente.  Su alma reposará acurrucada por el Señor,  y por la comunión de los hermanos.  ¡Usted habrá conocido el lugar donde Dios habita!