¿A qué se debe la decadencia del cristianismo en algunos países de Europa?

El Estudio Mundial de Valores humanos o WVS, como se le llama oficialmente por sus siglas en inglés (World Values Survey), es posiblemente el banco de datos que ofrece la información más completa disponible en la actualidad para estudiar valores y creencias en las sociedades de todo el mundo. Este estudio, que se realiza desde hace veinte años en un centenar de países, se ha convertido en un espejo de la sociedad mundial y sirve de base documental para la elaboración del Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.

El último estudio mundial de valores, realizado en 81 países con 200.000 entrevistas entre 1999 y 2002, y que concentró alrededor del 85% de la población mundial, ha sido dado a conocer recientemente. Los resultados revelan que Europa es hoy día el continente más secularizado del mundo. Las estadísticas muestran una constante disminución de las prácticas religiosas, y un rechazo hacia el cristianismo y la religiosidad en países que se ubican en la parte baja de la clasificación, como son Francia y España. El estudio revela además que en este último país el alejamiento de la religiosidad es mayor en la población de jóvenes menores de 30 años (Izquierdo, 2004).

Esta visión cada vez más laica en el viejo continente queda refrendada no sólo en el ciudadano común sino también a través de la mayoría de sus líderes políticos. El 11 de julio pasado el suplemento Artes y Letras de «El Mercurio» de Santiago planteaba un debate sobre la renuencia a incluir en la Constitución de la Unión Europea (recientemente aprobada el 18 de junio) al cristianismo como una de las raíces culturales de la Unión.

Ante la pregunta: «¿Constituye esta omisión (excluir al cristianismo de la declaración introductoria como piedra angular de la Unión) una carencia grave en relación con la configuración de la identidad europea?», tres de los cuatro historiadores entrevistados (el cuarto es de nacionalidad rusa) coinciden en señalar que se está cometiendo una omisión grave. Uno de ellos escribe: «La mención a la herencia religiosa es un reconocimiento no menor a la importancia que ella ha tenido en lo único que de verdad funda esta Constitución (y cualquiera por lo demás), que son los derechos inalienables de la persona humana». Otro agrega: «Quizá ello se deba al tipo de laicismo anacrónico de Europa. Un laicismo que es una doctrina a la vez política y moral, y que considera a la religión como un mal que debiera extirparse». El tercer historiador es más contundente aún: «El rechazo a la mención de Dios y del cristianismo obedece a una combinación de indiferencia con el origen… La mención conservaría la autonomía de lo secular. Quienes pedían una mención expresa no aludían a una realidad definida exclusivamente en torno a la religión a sus iglesias, sino que no se debía olvidar su papel fundacional en la historia europea. Excluirla ¿es intentar desenraizar, quizás inconscientemente, cualquier rastro de cristianismo?».

Algunos atribuyen la decadencia del cristianismo en algunos países de Europa a la influencia de la inmigración producida por decenas de millones de musulmanes provenientes de África y Turquía. Pero seguramente el problema es más profundo. Se ha de buscar más bien en las líneas de pensamiento del europeo actual, sus filosofías subyacentes, el cómo ha llegado a obtenerlas y qué o quién ha influido en ello.

Cumplimiento profético

El apóstol Pablo en 1ª de Timoteo 4:1 afirma que «…En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios». Hoy es posible observar que la gente que ha ido dejando de lado al cristianismo, no se ha quedado con su alma vacía, sino que la ha ido llenando con la filosofía propuesta por el humanismo secular, con el relativismo, con el hedonismo, con doctrinas orientales esotéricas, o con doctrinas propugnadas por sectas.

Chesterton, un escritor inglés del siglo XIX, afirmaba que cuando una persona deja de creer en Dios, no es que ya no crea en nada, sino que por el contrario queda expuesta a creer cualquier cosa. Esta necesidad intrínseca al ser humano de tener algo a qué aferrarse en el ámbito espiritual ha sido eficazmente utilizada por huestes angélicas contrarias a los propósitos de redención de Dios para con el hombre, favoreciendo la proliferación de filosofía secular, sectas y doctrinas esotéricas que invaden actualmente a occidente.

Nacimiento del humanismo secular

El humanismo como filosofía, el cual se aboca al desarrollo de las cualidades esenciales del hombre pero aún bajo un prisma cristiano, tiene sus inicios en la Europa renacentista del siglo XVI. Sin embargo, posterior al Renacimiento, esta filosofía humanista cristiana sufre un vuelco radical, principalmente influida por el pensamiento de Rousseau (1712-1778) y Kant (1724-1804), en donde el racionalismo comienza a atrincherarse, y la visión de naturaleza (seres vivos más ambiente) y gracia divina, empieza a perder sentido y a sonar incómoda (Schaeffer, 1969). El golpe final que corta la débil unión restante entre naturaleza y Creador la otorgan directa o indirectamente otros pensadores como Marx, Freud, Darwin, Hegel, Nietzsche y Sartre. Nace así definitivamente el humanismo secular, separado de Dios, el cual le otorga a la naturaleza una total autonomía, y de paso, endiosa al ser humano, constituyéndolo en la medida de la verdad. Este humanismo secular se constituye en el escudo perfecto en donde se parapetan ateos y agnósticos.

De todos los pensadores previamente nombrados, sin duda el que más ha permanecido en el tiempo, colaborando con sus postulados a la potenciación del humanismo secular es Charles Darwin. Pero cabe preguntarse: ¿Cómo llega a convertirse en bastión del ateísmo el legado darwiniano, siendo Darwin cristiano?

Es más cultural ser evolucionista que creacionista

El registro histórico del legado de Darwin, tanto en sus publicaciones científicas como en sus cartas escritas a colegas o en sus notas de terreno, revela que éste nunca fue un ateo (Lamoureux, 2004). Por el contrario, Darwin entrega importantes connotaciones teológicas en su teoría, como por ejemplo el diseño inteligente de la creación de Dios, revelado por los distintos elementos (vivos y no vivos) en un lenguaje no escrito, como lo establece el Salmo 19:1-3. ¿Cómo es que esta teoría de la evolución biológica llega a separarse radicalmente de su concepción original con base teológica, para adoptar una filosofía netamente materialista, dejando de lado la eventual dirección de Dios en el proceso evolutivo como lo postulaba la teoría inicial? Pareciera como si una hábil mano invisible se hubiese encargado de transformar en un mito cultural los postulados del naturalista inglés, llegando a ser un potente caldo de cultivo para el humanismo secular. Sin duda que el engañador por excelencia encontró un rico filón en estas ideas, el cual aprovecha a gran escala en la actualidad.

Con tristeza vemos hoy día cuán hondo ha calado esta estrategia satánica en el continente europeo, otrora cuna del reformismo protestante. La evolución biológica (en el contexto del humanismo secular) transformada en un mito cultural moderno, gana más y más adeptos en el mundo en una espiral de rápido crecimiento. El pragmatismo que hoy envuelve a Europa establece que suena más «cultural» ser evolucionista que creacionista.

La mentira más antigua y la Nueva Era

Otra de las raíces filosóficas que subyacen al pensamiento europeo actual la constituye una fuerte influencia del esoterismo oriental (un 40% de los europeos acepta la reencarnación). Asistimos hoy día a una reedición del artilugio utilizado en las primeras horas de vida de la especie humana en el Jardín del Edén. Corresponde a la mentira más antigua que registra la historia y, sin embargo, está hoy más vigente que nunca, y continúa entregando suculentos dividendos a su forjador. Serían como Dios si comían del árbol de la ciencia del bien y del mal, les dijo el padre de las mentiras a Eva y Adán en el huerto de Edén, quienes al ceder a la malévola propuesta, trajeron consigo un resultado opuesto, cual fue la disociación de una situación de privilegio junto a Dios.

La secta denominada Nueva Era sigue cumpliendo rigurosamente los primeros propósitos satánicos de que a un ser humano le es posible llegar a ser un dios (Génesis 3:4-5). Las tiendas esotéricas se han multiplicado en occidente y su profusa literatura mística abastece a un público cada vez mayor, ávido de escuchar las «verdades» que estos textos encierran. Si el humanismo secular endiosa al hombre en lo material, esta secta le promete llegar a ser definitivamente un dios.

En honor a la verdad, habría que decir que este movimiento esotérico no tiene nada de nuevo, por cuanto resulta ser una mezcla de religiones orientales (hinduismo y budismo), de las cuales adopta la reencarnación como proceso de perfeccionamiento, aunque la modifica remitiéndola a una reencarnación sólo en humanos, y no en cualquier animal como es el caso del hinduismo o budismo.

Escapa al propósito de este escrito un análisis mayor del tema, pero considerando el fuerte impacto que esta falsa doctrina tiene hoy en el mundo, se hace necesario señalar que la reencarnación no tiene cabida en la Biblia. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos múltiples pasajes que en forma categórica la desautorizan (Salmo 39:4, Daniel 12:2, Lucas 16:19-31, Lucas 23: 42-43, 1ª Corintios 15: 42-44), sin embargo baste citar solamente a Hebreos 9:27: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…».

El mensaje de esta doctrina esotérica es «sálvate a ti mismo, tú eres magnífico, debes sacar el dios que hay dentro de ti, porque cada individuo tiene su propia verdad y cada cual tiene su propio destino».

La Nueva Era señala que el ser humano ha evolucionado físicamente, concordando de este modo con los postulados humanistas. Además argumenta que históricamente se ha vivido bajo la era de Piscis, pero ahora se inicia la era de Acuario, en donde el hombre alcanzará su perfección moral y espiritual; donde cada persona descubrirá que tiene un dios dentro de sí. «La meta es llegar a despertar el dios que duerme en el fondo de nuestro ser». Esto último sacado del hinduismo.

Esto recuerda al emperador romano Calígula (37 al 41 después de Cristo) quien decía sentir cómo se estaba convirtiendo en dios y, por tanto, hacía decapitar a las estatuas de dioses del imperio para que le adorasen sólo a él. Lo que llama la atención en todo esto es que a Calígula sus contemporáneos lo tenían por loco, en tanto a quienes explícitamente hoy señalan estar descubriendo al dios que llevan dentro los encuentran perfectamente normales en pro de la tolerancia religiosa. De este modo, la escena de Génesis 3:5 se sigue viviendo actualmente. Miles y miles de adanes y evas están escuchando el susurro satánico: «Seréis dioses», «podéis salvaros a vosotros mismos».

Es sintomático observar cómo estas doctrinas esotéricas orientales han cautivado no sólo al ciudadano medio, sino también a prestigiosos intelectuales de países desarrollados, además de conocidas personalidades del ambiente artístico internacional.  Preparación del escenario final

En la Biblia se nos muestra que habrá un hombre que será el paradigma del humanismo secular que hoy gana terreno en Europa y otras partes del mundo. Se nos dice, además, que se opondrá y se levantará contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, tanto, que se sentará en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2ª Tesalonicenses 2:4).

Sólo Dios sabe si la tendencia que muestra actualmente Europa de abandono del cristianismo, y no sólo ello, sino además la creciente animadversión hacia lo cristiano, es la preparación inicial para disponer el escenario del superhombre que habrá de surgir al final de los tiempos. Lo que sí es claro, es que avanza fuerte el control del viejo continente por potestades satánicas de alta jerarquía como ocurrió en los tiempos de Daniel (Daniel 10:1-14). El ángel que Dios envió en respuesta a la oración de Daniel, se vio imposibilitado de cumplir su misión porque se lo impedía un ángel caído, llamado en el texto bíblico el príncipe de Persia. En esa época la cultura persa dominaba el mundo, y esa cultura, su filosofía de vida y tradiciones humanas, eran gobernadas por poderes de las tinieblas, las que obviamente se oponían a Dios.

De acuerdo a la palabra de Dios no existen bases filosóficas, o corrientes de pensamiento humano secular que no estén influidos por potestades satánicas (Efesios 2:1-2). En la carta a los Colosenses 2:8 el Apóstol Pablo lo establece claramente: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo». (Reina Valera, Revisión de 1960). El diccionario traduce ‘rudimento’ como ‘base o principio de algo’ (biológico, científico, filosófico, etc.). La versión Reina Valera, revisión de 1995, reemplaza ‘rudimentos’ por ‘elementos’ (mundanos), dando a entender con ello las bases o principios de visiones doctrinarias o filosóficas mundanas (seculares) como las que se ha analizado en párrafos previos (humanismo secular, nueva era, etc.).

Por ello es dable concluir, a partir del mensaje bíblico, que subyacente a toda ideología, doctrina, o filosofía humana se encuentran potestades angélicas manipulando a su conveniencia la dirección y sentido de esas ideas, las que transformadas en tradiciones, van siendo traspasadas de generación en generación. Actualmente, gran parte de la generación más joven de Europa (estadísticamente) ya está dando prueba de ello.

Cristo es Dios – Cristo es el camino

El vacío espiritual que tiene cada ser humano, inducido por fuerzas invisibles, le ha llevado a construir doctrinas, religiones, sectas y creencias que resultan ser el esfuerzo humano, equivocado e intencionadamente mal dirigido, por llegar a Dios. Pero este camino de abajo hacia arriba es absolutamente estéril. El verdadero camino se trazó completamente a la inversa, de arriba hacia abajo, construido por el amor de Dios Padre enviando a su Hijo para entregarnos el Evangelio de salvación.

La única grandeza y gloria humana es haber sido hecho a imagen y semejanza del Dios único y verdadero, todo lo demás es miseria a causa del pecado. Dentro del ser humano no hay ningún dios como señala la Nueva Era, ni tampoco el dios humano es la medida de todo, como lo establece el Humanismo Secular. El único y soberano Dios reina en las alturas; sin embargo, su gracia sublime hace que pueda venir a morar en nuestro corazón. Esta es la verdad del evangelio, que Dios nos salva por medio de su Hijo Jesucristo y puede morar en aquella persona que le acepta como su Señor y Salvador. No somos dioses, la gloriosa realidad para el hombre es que el Dios creador de los cielos y tierra es con nosotros, Emanuel (Mateo 1:23).

Literatura citada
· Irarrázabal E. 2004. La sombra de las catedrales. Suplemento Artes y Letras, El Mercurio de Santiago de Chile. Domingo 11 de julio.
· Lamoureux D. 2004. Theological insights from Charles Darwin. Perspectives on Science and Christian Faith. Volume 56, Number 1.
· Reina Valera. 1960. Santa Biblia, revisión 1960. Editorial Caribe.
· Reina Valera. 1995. Santa Biblia, revisión 1995. Sociedades Bíblicas Unidas.
· Schaeffer F. 1969. Huyendo de la razón. Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, España.
· Izquierdo L. 2004. La Vanguardia, edición del 12 de agosto.