Y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida».

– Luc. 12:36.

El Señor Jesús enseñó que era necesario estar atento a las señales de su venida para estar así preparados. Sin embargo, el énfasis en la cristiandad ha sido conocer las señales, pero no siempre para estar preparados, sino como un mero ejercicio intelectual, como mera curiosidad doctrinal.

Stephen Kaung lo advierte así en uno de sus libros: «Muchas profecías relacionadas con su segunda venida son enseñadas y conocidas en todo el mundo cristiano, como si todo el pueblo de Dios estuviese esperando su venida. El mensaje sobre la segunda venida del Señor es probablemente uno de los temas más populares en los círculos cristianos. Lamentablemente, la realidad es que muy pocos están de verdad esperando su venida. Muy pocos, muy pocos, asimismo, están realmente preparando el camino para su venida».

La actitud deseable ante la venida del Señor es la de la novia que espera al Novio. Esta sola figura, aplicada en un plano meramente humano, nos muestra la expectación y anhelo, el latir del corazón, la espera nerviosa y gozosa de la amada por su amado. Sin embargo, en el plano espiritual, pareciera que estamos muy lejos de ello. Seguramente el Señor sufre al ver la actitud de su amada, por la cual él entregó su vida, que con tanta indiferencia y mera curiosidad habla de su venida, pero sin desearlo fervientemente. ¿Cómo, pues, podría él apresurar su venida si siente que no está siendo anhelado suficientemente por ella?

El compromiso con el mundo, el afán por las cosas visibles, el adulterio del corazón; todo ello ha turbado a la novia, de modo que no es capaz de sentir los puros afectos de la feliz enamorada. Pero hay fieles que nos muestran el otro camino, el correcto y verdadero.

Se dice de Margaret Barber que cada día, al ponerse el sol, y cada fin de año, cuando todo el mundo se llenaba de jolgorio, ella reclamaba al Señor por qué no había venido aún. De la misma manera, su joven discípulo Watchman Nee, vivió y escribió acerca del «espíritu de arrebatamiento». Aún más, él dijo que la pérdida de esta expectación era uno de los objetivos de Satanás en la guerra espiritual.

En su poema «Desde Betania», de Watchman Nee, encontramos una hermosa expresión de este «espíritu de arrebatamiento»:

Desde Betania, en tu partida,
nostalgia inmensa inundó mi ser;
no quisiera ya tocar mi arpa,
¿cómo hacerlo, si no estás aquí?
En la oscura noche de mi soledad,
en sosiego pienso sólo en ti,
el tiempo ha pasado, y estás lejos,
mas tú prometiste regresar.

Recuerda tu promesa, oh amado,
ven pronto, atráeme hacia ti;
tantos días y años han pasado,
cansado estoy, acuérdate de mí.
Tus pisadas siento tan distantes,
¿cuánto tiempo aún ha de pasar?
Mi voz se eleva a ti desde la noche:
¡No tardes, ven y llévame, Señor!

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