Estudiando los Salmos con C.H. Spurgeon.

 

Salmo 1

Este Salmo puede ser considerado como el Salmo prefacio, puesto que en él hay una idea del contenido de todo el libro. El deseo del Salmista es enseñarnos el camino a la bienaventuranza y advertirnos de la destrucción segura de los pecadores. Este primer Salmo puede ser considerado, en ciertos aspectos, como el texto sobre el cual el conjunto de los Salmos forma un sermón divino. «El Salmista dice más, y de modo apropiado, sobre la verdadera felicidad, en este corto Salmo, que ninguno de los filósofos, o que todos ellos juntos; éstos no hacen más que andarse por las ramas; Dios va certeramente al punto y dice lo esencial» (John Trapp).

Salmo 2

Podemos llamarlo el «Salmo del Mesías Príncipe», porque presenta, como en una visión maravillosa, el tumulto de los pueblos que se levantan contra el Señor ungido, el propósito decidido de Dios de exaltar a su propio Hijo, y el reinado final de este Hijo sobre todos sus enemigos. Leámoslo con los ojos de la fe, contemplando, como en un espejo, el triunfo final de nuestro Señor Jesucristo sobre todos sus enemigos.

Salmo 3

Salmo de David cuando huía de delante de Absalón, su hijo rebelde. David en esto era un tipo del Señor Jesucristo. El también huyó; él también pasó el vado del Cedrón en dirección al Getsemaní. Él también bebió las aguas del arroyo en su camino, y, por tanto, levantó su cabeza. Muchos estudiosos, titulan este Salmo «el Himno matutino». ¡Ojalá nos despertemos siempre con la santa confianza en nuestros corazones y un cántico en nuestros labios!

Salmo 4

Si el tercer Salmo puede ser titulado el Salmo matutino, éste, por su contenido, merece a su vez el título de «Himno vespertino». En el primer versículo David pide ayuda a Dios. En el segundo increpa a sus enemigos, y sigue dirigiéndose a ellos hasta el fin del versículo 5. Luego, desde el versículo 6 en adelante, se deleita contrastando su propia satisfacción y seguridad con la inquietud de los impíos aun en el mejor de los estados en que puedan hallarse.

Salmo 5

Para la mente devota hay aquí una visión preciosa del Señor Jesús, del cual se dice que en los días de su carne ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas.

Salmo 6

Este salmo es llamado comúnmente el primero de los «Salmos penitenciales», y ciertamente su lenguaje corresponde a los labios de un penitente, porque expresa a la vez la pena (vv. 3, 6, 7), la humillación (vv. 2, 4) y el aborrecimiento del pecado (v. 8), que son las marcas infalibles del espíritu contrito que se vuelve a Dios.

Salmo 7

El título es «Shigaion de David». Por lo que podemos colegir de una comparación con el otro único Shigaion de la Biblia (Habacuc 3), este título parece indicar «Cánticos variables», con los que se asocia la idea de solaz y de placer. Parece probable que Cus el benjaminita había acusado a David ante Saúl de una conspiración traicionera contra la autoridad real. Esto puede entenderse como el «Cántico del santo calumniado». Aun esta penosa aflicción es ocasión para un Salmo.

Salmo 8

Podemos titularlo el Salmo del astrónomo. Está dirigido a Dios, porque nadie sino el Señor mismo puede plenamente conocer su propia gloria. La mente carnal no ve a Dios en nada, ni aun en las cosas espirituales, su Palabra o sus ordenanzas. La mente espiritual lo ve en todo, incluso en las cosas naturales, mirando los ciclos y la tierra y todas las criaturas.

Salmo 9

Uno podría imaginarse que los hombres no pueden llegar a ser tan vanos que nieguen que son realmente hombres, pero parece que ésta es una lección que el divino Maestro puede enseñar a algunos espíritus orgullosos. El que lleva una corona no deja de ser hombre; los títulos universitarios eminentes no hacen que los que los posean sean otra cosa que hombres; el valor y las conquistas no elevan por encima del simple nivel de hombre; y toda la riqueza de Creso, la sabiduría de Solón, el poder de Alejandro, la elocuencia de Demóstenes, si se añaden, no van a dejar a su poseedor sino siendo sólo un hombre, después de todo. Recordemos esto siempre, para que no sea necesario que, como a los que menciona el texto, haya que infundírsenos temor.

Salmo 10

«No hay un solo Salmo que describa la mente, las costumbres, las obras, las palabras, los sentimientos y el destino del impío con tanta propiedad, plenitud y luz como este Salmo. Este Salmo, pues, es un tipo, forma y descripción de este hombre, el cual, aunque él mismo se vea, y aun los otros le vean, como el más excelente de los hombres, es detestable a los ojos de Dios. Esto es lo que impulsó a Agustín y a los que siguieron a entender este Salmo con referencia al Anticristo» (Martin Lutero).

Salmo 11

David, en los diferentes períodos de su vida, estuvo colocado en casi todas las situaciones en que un creyente, sea rico o pobre, puede ser colocado; en estas composiciones celestiales delinea todas las actividades de su corazón. Para ayudamos a recordar este Salmo tan breve, pero tan dulce, le daremos el nombre de «Cántico del Amigo Firme y Fiel». «Este Salmo se aplica al establecimiento de la iglesia contra las calumnias del mundo y los consejos de avenencias y componendas dados por el hombre, afirmando que la confianza ha de ser colocada en Dios, el Juez de todos» (W. Wilson)

Salmo 12

Este Salmo está encabezado con el título «Al músico principal; sobre Seminit. Salmo de David», título que es idéntico al del Salmo 6, excepto que aquí se omite «Neginot». El tema será más gráfico si lo llamamos «Buenos pensamientos en tiempos malos». Se supone que fue escrito cuando Saúl perseguía a David y a los que favorecían su causa.

Salmo 13

Es costumbre llamar a este Salmo «¿Hasta cuándo?» Casi diríamos que es el Salmo del gemido, por la incesante repetición del grito «¿Hasta cuándo?». Todo el que se sienta tentado a usar las quejas de este Salmo tenga la seguridad en su corazón de que Dios no olvida a su pueblo, que al final vendrá la ayuda, y, entretanto, todas las cosas cooperan para bien en favor de los que le aman.

Salmo 14

Como este Salmo no tiene ningún título específico, sugerimos, como un apoyo para la memoria, que se le llame «Con referencia al ateísmo práctico». «Hay una marca peculiar puesta sobre este Salmo, y es el hecho de que se halla dos veces en este libro (el otro es el Salmo 53), salvo con la alteración de una o dos expresiones, a lo máximo» (John Owen). «El negar que haya Dios es una clase de ateísmo que no se halla ni siquiera en el infierno» (T. Brooks).

Salmo 15

Este Salmo de David no tiene título o dedicatoria que indique la ocasión en que fue escrito, pero es muy probable que su composición, junto con la del Salmo 24, que tiene con él una notable semejanza, estuviera relacionada con el traslado del arca al santo monte de Sion. Lo llamaremos el Salmo de «La pregunta y la respuesta». El primer versículo hace la pregunta; el resto de los versículos son la respuesta.

Salmo 16

Mictam de David. Esto se entiende generalmente que significa el Salmo de oro. Ainsworth lo llama «Joya de David o cántico notable», el Salmo del secreto precioso. No nos vemos limitados a intérpretes humanos para hallar la clave de este misterio de oro, porque hablando por el Espíritu Santo, Pedro nos dice: «David habla con respecto a él» (Hechos 2:25). El apóstol Pablo, guiado por la misma inspiración infalible, cita este Salmo y testifica que David escribió del Hombre a través del cual nos es anunciado el perdón de los pecados (Hechos 13:35-38). El plan de los comentaristas ha sido, en general, aplicar el Salmo a David a los santos y al Señor Jesús, pero nos atrevemos a creer que en él «Cristo es todo», puesto que en los versículos noveno y décimo podemos ver «a Jesús solo», como los apóstoles en el monte.

Salmo 17

«Oración de David». David no habría sido un hombre según el corazón de Dios de no haber sido un hombre de oración. Era un maestro en el arte sagrado de la súplica. Recurrió a la oración en todo tiempo de necesidad, como el piloto se apresura al puerto bajo la presión de la tempestad. Tenemos aquí un cántico doliente. «Una apelación al cielo» por las persecuciones en la tierra.

Salmo 18

Lo llamamos «Una mirada retrospectiva agradecida». Kitto, en la Biblia pictórica, tiene la siguiente nota sobre 2º Samuel 22: «Esto es igual que el Salmo 18». «El que quiera ser sabio, que lea los Proverbios; el que quiera ser santo, que lea los Salmos. El santo David, estando cerca de la orilla, mira aquí los antiguos peligros y liberaciones, experimentados con un corazón agradecido, y escribe este Salmo para bendecir al Señor; como si cada uno de nosotros, una vez entrado en años, repasara la vida y observara las bondades maravillosas y la providencia de Dios hacia él, y entonces se sentara y escribiera un humilde recordatorio de las misericordias más notables, para consuelo propio y para la posteridad» (Richard Steele).

Salmo 19

El hombre sabio lee el libro del mundo y el libro de la Palabra como dos volúmenes de la misma obra, y piensa respecto de ellos: «Mi Padre escribió los dos.». «Este Salmo forma un contraste perfecto con el 8, evidentemente compuesto por la noche, y debería leerse en relación con él, ya que es probable que fuera escrito aproximadamente al mismo tiempo, y los dos son cánticos de alabanza derivados de los fenómenos naturales, y por tanto apropiados de modo peculiar a la vida rural o pastoral» (John Mason Good). «Así como Aristóteles tenía dos clases de escritos, unos llamados exotéricos, para los oyentes comunes, y otros acromáticos, para sus estudiantes privados y conocidos, del mismo modo Dios tiene dos clases de libros, según se da a entender en este Salmo; a saber, el libro de sus criaturas, como un libro corriente para todos los hombres del mundo (versículos 1-6), y el libro de sus Escrituras, como un libro de estatutos para su auditorio doméstico: la iglesia (versículos 7, 8)» (John Boys).

Salmo 20

Si David no hubiera sido afligido con guerras, no habríamos sido favorecidos jamás con un salmo así. Hay necesidad de que el santo sea atribulado, para que pueda dar consolación a los demás.

Salmo 21

Si pedimos un beneficio y lo recibimos, hemos de alabar a Dios por esta misericordia antes de que se ponga el sol, o bien merecemos que se nos niegue la próxima vez. Este Salmo ha sido llamado el cántico triunfante de David, y podemos recordarlo como «La oda triunfal del rey». El rey es muy prominente en todo, él, y lo leeremos con verdadero provecho si nuestra meditación de Él es suave al considerarlo.

«Estoy persuadido de que no hay nadie que consienta en la aplicación del Salmo precedente a Cristo en su tribulación que no reconozca en éste a Cristo en su triunfo. Allí estaba en el valle oscuro, en el valle de Acor; ahora está en el monte de Sion; allí sufría tribulación y aflicción; ahora recuerda solamente la angustia, porque el gozo de una simiente espiritual ha nacido en el mundo; allí estaba asediado por enemigos mortales que le rodeaban por todos lados; pero aquí ha entrado en lo que está escrito en el Salmo 78:65, 66: «Entonces despertó el Señor como quien duerme, como un valiente que grita excitado del vino, e hirió a sus enemigos por detrás; les dio perpetua afrenta» (Hamilton Verschoyle).

Extractado de «El Tesoro de David».