Este número es usado 49 veces en la Biblia. Nueve es el cuadrado de tres, y tres es el número de la perfección divina, así como el número peculiar del Espíritu Santo. No es sorpresa, por lo tanto, descubrir que este número indica: «finalidad» en los asuntos divinos. Existen nueve elementos en el «fruto del Espíritu»: (1) amor, (2) gozo, (3) paz, (4) paciencia, (5) benignidad, (6) bondad, (7) fe, (8) mansedumbre, (9) templanza. (Gl. 5:22-23). El 9 viene después del 8, que representa el nuevo nacimiento. Cuando se tiene un árbol bueno, lo que se espera en seguida de él es un buen fruto. De la misma manera que el 9 sigue al 8, así también el buen fruto, el fruto del Espíritu se presenta como resultado del nuevo nacimiento. En 1 Co. 12:8-10 vemos 9 dones del Espíritu. El Señor dio inicio al sermón del monte con nueve «bienaventuranzas», en relación al carácter de los discípulos en el reino celestial.

El número 9 se encuentra ligado al 6, 7 y 8 en Levítico 25, donde fue dada una ley relativa al año sabático: «Seis años sembrarás tu tierra… pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová» (Lv. 24:3-4). ¿Qué comería el pueblo el séptimo año? «…os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años… hasta el año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo» (Lv. 25:20-22). He aquí un bellísimo principio espiritual: Entrar en el descanso de Dios es descansar de nuestras obras y esperar vivir por la bendición del Señor. Como resultado, entramos así en la superabundancia de Dios que nos permite comer de lo que tenemos en el depósito hasta el año noveno.

El «7» significa que fuimos llevados al fin de nuestro antiguo «yo» y nos deshacemos de nuestras propias obras. Permitimos entonces que la vida resurrecta penetre en nosotros, la cual es representada por el 8, y nos domine. El resultado es que la bendición sobre nuestra completa debilidad, tipificada por el sexto día, trae consigo suministro abundante hasta el «año noveno». El 9 aquí representa lo que Dios puede hacer mediante el poder de la resurrección cuando nosotros no conseguimos nada. Este principio de «9» es equivalente a los «doce cestos llenos» o los «siete cestos llenos» en los milagros de la alimentación de los 5.000 y los 4.000. Debe ser el fruto de los cielos.

Es también importante recordar que fue en la hora novena que el Señor murió en la cruz. «Jehová quiso … (poner) su vida en expiación por el pecado … Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho» (Is. 53:10-11).

Muchos de los primeros escritos cristianos o cartas terminaban con el número 99, porque la gematría de la palabra «amén» o el «verdaderamente» de nuestro Señor es el 99. Esto nos recuerda nuevamente que el número 9, siendo 3 x 3, es un símbolo reforzado de la perfección divina.

Tomado de “Os números na Bíblia”