…y habrá un rebaño y un pastor».

– Juan 10:16.

Cuando el Buen Pastor ve que alguna de sus ovejas está perdida, deja las otras, y busca a la extraviada, hasta que la encuentra. Cuando la halla, la pone sobre sus hombros, lleno de júbilo, y al llegar a su Casa, reúne a sus amigos y vecinos para que se alegren con él (Luc. 15:4-6).

Sin embargo, aun estando reunidas con otras, sus ovejas sufren. Cuando ellas van a comer del pasto y beber del agua, suele ocurrir que tienen que comer y beber lo que fue pisado por las otras ovejas. Son empujadas y heridas, hasta ser esparcidas, pero luego son salvadas (Ez. 34:18-22). Entonces, él va y llama por su nombre a las suyas, y las lleva afuera, para ser apacentadas en los montes de Israel, junto a corrientes de aguas (Ez. 34:13).

Después de llevar afuera a las que le pertenecen, él va adelante y sus ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Ellas no seguirán el extraño; antes, huirán de él (Juan 10.2-5). Sus ovejas serán llevadas por el Buen Pastor a delicados pastos y a aguas de reposo. No serán más empujadas ni corneadas, sino recibirán refrigerio para sus almas, y serán guiadas por sendas de justicia. Nada les faltará (Sal. 23:1-4).

Durante la caminata, habrá valles de sombra de muerte y enemigos, pero él estará con ellas. Su vara y su cayado las consuelan. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas. Él les da vida eterna, y jamás perecerán. El Padre es quien se las dio, y nadie podrá arrebatarlas de la mano de su Padre. Ciertamente, el bien y la misericordia las seguirán todos los días de su vida, y habitarán en la Casa del Señor por largos días.

Si tú eres una oveja del Señor, entonces el Buen Pastor te hallará donde tú estés, te traerá a su Casa y te apacentará junto a sus ovejas, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. En cuanto a las otras ovejas, y a los carneros y cabritos, él los juzgará (Ez. 34:17).

«Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; pues ¿por qué había de estar yo como errante junto a los rebaños de tus compañeros?» (Cant. 1:7). Si éste es tu anhelo, oveja del Señor, cuando el Buen Pastor te llame, simplemente oye su voz y síguelo, y serás apacentado junto a su rebaño, eternamente.

326