¿Por qué se amotinan las gentes?”.

– Sal. 2:1.

La respuesta es dada de inmediato: “Los príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido”. A pesar de la violenta hostilidad que existe entre ellos, los gobiernos están unidos de corazón en un punto particular: ellos se oponen al reino de Cristo.

Nosotros consideramos que algunas naciones son buenas y otras malas, pero las Escrituras nos señalan que el “príncipe de este mundo” está por detrás de todas ellas. Incitados por él, los gobernantes de la tierra solo buscan hoy la libertad absoluta de las sanciones impuestas por la ley de Cristo. Ellos ya no quieren más amor, ni humildad ni verdad, y claman: “Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas”.

Este es el único lugar en las Escrituras donde se nos dice que Dios se ríe. ¡Su Rey ya ha sido puesto sobre su santo monte! La iglesia primitiva estaba plenamente consciente del dominio de Cristo.

Hoy, más que nunca, debemos recordar esta verdad. Pronto, quizás en nuestra generación, él regirá a las naciones con vara de hierro. Nuestra misión es rogar a los hombres que sean prudentes y busquen en él su refugio.

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