Las grandes crisis que los discípulos vivieron con Jesús fueron las ocasiones propicias que les permitieron conocer más profundamente al Señor. Cada una de estas experiencias fue añadiendo un aspecto nuevo de Cristo, hasta completar, en su conjunto, todo un cuadro; el objetivo de ellas era mostrarles la plena suficiencia de Cristo.

En cierta ocasión (Mateo 8:23-27), ellos se llenaron de temor por la furiosa tempestad, pero el Señor les tranquilizó calmando la tempestad. El mar embravecido fue solo la excusa para mostrarles Su maravilloso poder sobre los elementos embravecidos. Esta vez, los discípulos exclaman: «¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?».

Más tarde, en otra ocasión similar, aunque más crítica aún, ellos llegan a la convicción de que él era «Hijo de Dios» (Mateo 14:22-33). La primera se preguntan quién es; en la segunda, aprenden quién es él. Así, ellos vencen sus temores, y adquieren confianza en su Maestro.

En otra oportunidad (Mateo 14:13-21), los discípulos tenían preocupación porque las multitudes estaban sin comer, y no tenían cómo saciarles. Ellos plantean el asunto al Señor, el cual les provee la solución. Desde entonces, ellos sabrán que, teniendo al Señor, sus necesidades serán suplidas.

En otra ocasión similar (Mateo 15:32-39), el Señor volvió a hacer lo mismo, pero con una multiplicación menor. ¿Qué quiso enseñarles con eso? Que el resultado de la multiplicación no es proporcional a lo que le ofrecemos, sino a lo que necesitamos. Con lo menos, él puede alimentar a los más, porque la multiplicación no es por lo que nosotros tenemos, sino por su gracia.

Ambas experiencias aparecen en Mateo dos veces, con algunos rasgos diferenciadores. ¿Por qué? ¿Acaso no había otras muchas cosas que podían ser contadas? Ellos debían aprender muy bien esas lecciones, relacionadas ambas con dos necesidades imperiosas del hombre: la seguridad y el sustento. Los discípulos estarán seguros y serán suplidos por su Maestro. Estas dos cosas deben aprenderlas muy bien. A partir de entonces, su seguridad y su sustento será el Señor.

Si los creyentes no tienen un conocimiento experimental de la suficiencia de Cristo en todas las áreas de su vida, entonces no podrán esperar en él para cada necesidad, y no podrán seguir al Señor confiadamente. Por eso, tienen que suceder experiencias que les enseñen claramente estas dos lecciones. A través de esas vivencias, ellos van descubriendo la maravillosa personalidad de Cristo, hasta ver que él es el Todo en todos.

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