Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová».

– Jer. 9:24.

Por medio de Jeremías, el Señor declara cuál es su verdadero deseo respecto de su pueblo: no simplemente que obedezcan sus mandamientos, sino que lo conozcan y lo entiendan. Israel había perdido de vista al Señor, afanado en los rituales externos y en su licenciosa manera de vivir. Entonces Dios reclama a su pueblo que le han abandonado, y que no le han conocido.

Entender y conocer parecen ser dos conceptos sinónimos, pero en este contexto no lo son. Uno tiene que ver con Dios, con lo que él es esencialmente, y el otro con lo que Dios hace, con su proceder y sus obras. Él dice: «Conoced que yo soy Jehová». Este «Yo soy» es muy significativo. Es la presentación que Dios hace de sí mismo ante Moisés, y es la presentación preferida del Señor Jesús en el evangelio de Juan. Él es el eterno «Yo soy», el Dios de la gloria, el Dios eterno, encarnado en Jesucristo.

Luego él dice: «que hago…» y aquí tenemos su obrar, su actuar. Él quiere ser conocido también en su manera de proceder. Por eso agrega: «…que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra». Dios hace todo eso. Es Dios de misericordia, y también Dios de juicios. Él, en su paciencia, actúa con benevolencia, pero también, por causa de su santidad, actúa con severidad. ¿Cuándo actúa de una manera, y cuándo de otra?

Solo los que le conocen profundamente saben cuándo y por qué Dios hace una cosa o la otra. El mundo profano no conoce; ellos juzgan erróneamente el proceder de Dios, atribuyéndole maldad, cuando Dios siempre actúa en amor, aun en medio de sus juicios. No basta conocer sus obras, sino conocer por qué Dios hace esas obras.

En Salmos 103, dice: «Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras» (v. 7). Luego, en Hebreos capítulo 3, el Espíritu Santo toma las palabras del Salmo 95 para hacer una diferencia entre las obras de Dios y sus caminos. Conocer las obras de Dios es algo externo, es ver simplemente lo que Dios hace; pero conocer sus caminos es saber qué hay detrás de esas obras, cuál es la intención y el propósito de Dios.

Hoy Dios actúa, realiza sus obras, y hoy Dios también tiene sus caminos. ¿Quiénes conocen sus obras y sus caminos? Primeramente, aquellos que le conocen a él, y saben cuáles son sus propósitos eternos. «Alábese en esto el que se hubiere de alabar», dice el Señor. Y agrega: «Porque estas cosas quiero».

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