Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo … ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!».

– Juan 9:16; Mat. 23:24.

Los fariseos tenían la enorme facilidad para atender a las cosas pequeñas (colar el mosquito) y descuidar las grandes (tragarse el camello). En este caso, advertir la infracción del sábado era colar el mosquito (aunque los fariseos de entonces y los de hoy no estén para nada de acuerdo con esto).

Y ocurre que el Señor mismo se encargó (a ojos de los judíos) de infringir esa observancia en varias ocasiones. En sábado, sanó al hombre de la mano seca (Mateo 12:9-13), al que tenía un espíritu inmundo (Lucas 4:31-37), a una mujer encorvada (Lucas 13:10-17), a un hombre hidrópico (Lucas 14:1-6), al paralítico de Betesda (Juan 5:1-18), y al hombre ciego de nacimiento (Juan 9). Y también en sábado el Señor permitió a sus discípulos recoger espigas (Lucas 6:1-5).

Diversos argumentos usó el Señor para hacer ver a los judíos la legitimidad de sus milagros en sábado, pero ellos no quisieron entender. ¿No era acaso legítimo sacar a una oveja de un hoyo, o a un buey de un pozo en sábado? ¿No desata el hombre a su buey o su asno y lo lleva a beber? ¿No era acaso legítimo hacer el bien y no el mal ese día? ¿No circuncidaban los judíos a sus hijos en sábado para que la ley no fuese quebrantada? ¿Era menos grato ante los ojos de Dios sanar a un hombre que circuncidar a otro? ¿Acaso David no había hecho en día de reposo algo ilícito y fue sin culpa? ¿Era menor el Señor que David?

El Señor dijo: «El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo». Y también dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo». Luego de sanar al ciego, dijo: «Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados». Colar el mosquito es la rara habilidad de quienes tienen el velo del antiguo pacto puesto sobre su corazón, el cual solo por Cristo es quitado (2 Corintios 3:14-16).

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