Un cuarto asunto que trata el apóstol Juan en su Primera Epístola es el anticristo. El Señor Jesús había advertido a los discípulos: «Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán … Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes» (Mat. 24:4-5; 24-25).

Entonces, tal como lo ha hecho con otras advertencias del Señor, el apóstol Juan también retoma ésta, y dice: «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo» (2:18). La noticia que da Juan es, en cierto sentido, alarmante: han surgido muchos anticristos, porque es el último tiempo. No es el anticristo propiamente tal, pero sí los que siguen sus pisadas. Estos salieron de entre los mismos discípulos, pero se apartaron de la verdad.

Ahora, ¿cómo reconoce el pueblo de Dios al anticristo? Juan lo señala claramente: «Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre» (2:22-23). ¿Conoce usted a los que niegan al Hijo? Ellos blasfeman contra el Hijo de Dios rebajándole a la categoría de un ser creado. Ellos no creen que Jesús sea el Cristo. Ellos están ya en el mundo, y están preparando el camino para el anticristo. Pero la comunión de los hijos de Dios es con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3).

Juan consuela a los hermanos diciendo que la Unción que ellos han recibido es verdadera, y que ella les permite conocer todas las cosas. Uno que tiene la Unción (el Espíritu Santo), no será engañado, porque la Unción le guardará y le advertirá del peligro.

En el capítulo 4, el apóstol vuelve otra vez sobre este asunto para dar la clave que permite reconocer al espíritu del anticristo: «Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo» (vv. 2-3). Esta enseñanza es fiel y verdadera, y puede usted probarla cada vez que se le presente la ocasión.

Luego, Juan vuelve a animar a los hermanos, diciendo: «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo». Si el espíritu del anticristo, que está en el mundo, es poderoso, Aquel que reposa por su Espíritu en el corazón de los creyentes, es superior. Por tanto, los amados de Dios pueden tener paz y seguridad.

Finalmente, Juan pone su propia rúbrica a su enseñanza, agregando: «Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error» (4:6).

Como vemos, la provisión de Dios es maravillosa y todo suficiente para un tiempo tan peligroso como éste que vivimos. Tenemos dentro de nosotros Quien nos enseña, y él es más poderoso que el anticristo. Él no nos dejará a expensas de la mentira, ni de los mentirosos. ¡Aleluya!

338