Como un antitipo de la iglesia, la mujer de Lot advierte acerca de la dirección que toman los afectos.

Esta instrucción específica y concreta fue dada por el Señor Jesucristo a sus discípulos mientras les hablaba de su segunda venida (Lc. 17:20-37). Más que un mandamiento es una advertencia: “¡Cuídense! No les vaya a ocurrir a ustedes lo que le aconteció a la mujer de Lot”. Es por tanto, una advertencia completamente real. Aún más, como todas las mujeres mencionadas en la Biblia son de alguna manera tipo de la iglesia, podemos decir entonces que lo que le sucedió a la mujer de Lot es figura de lo que podría sucederle a la iglesia, si no atiende a la advertencia de Cristo.

En los versículos 26 al 29 del capítulo 17 de Lucas, el Señor Jesucristo describe la condición de vida de las gentes en los días previos a su segunda venida. Así lo demuestra el uso de la palabra “días” en plural: “Como fue en los días de Noé…Asimismo como sucedió en los días de Lot”. Pero el Señor Jesucristo no sólo se refirió a la condición del mundo en los días anteriores a su venida, sino que también se refirió al día mismo de su venida: “Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”, fueron sus palabras (v. 30). Y fue en este punto donde dio instrucciones específicas a sus discípulos para ese día; así lo confirma la expresión “En aquel día…” con que comienza el v. 31.

En ese día, dijo Jesús, “el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás”. Aquel día parecerá un día común y corriente, cada uno estará en sus labores: Unos, en la azotea; otros, en el campo; dos mujeres estarán moliendo; para algunos, será de noche; y para otros, de día. Pero, en un momento, al igual como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, aparecerá nuestro Señor Jesucristo atravesando los cielos y atrayendo hacia sí a los suyos como un imán.

Entonces, dijo Jesús: “No vuelvan atrás”. Esta expresión quiere decir: “No se vuelvan a lo que queda atrás”. Es una cuestión del corazón; no se trata de una acción física, sino de un asunto de amor. ¿Cómo lo sabemos? Porque fue aquí donde Jesús introdujo la magistral ilustración de advertencia: “Acordaos de la mujer de Lot” (v. 32). ¿Qué le pasó a esta mujer? Antes de que Dios destruyera las ciudades de Sodoma y de Gomorra, envió ángeles para librar a Lot con toda su familia. Las instrucciones de los ángeles fueron claras: “Escapa por tu vida; no mires tras de ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas”. No obstante, el relato bíblico declara que la mujer de Lot “miró atrás” y se volvió estatua de sal.

¿Por qué un juicio tan grande por una simple mirada atrás? Es que no fue una simple mirada; no fue una mirada inocente o simplemente curiosa. Ella volvió su corazón a lo que dejaba atrás; ella amaba lo que quedaba atrás: El sistema de vida de Sodoma. Jesucristo lo describió así: “Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban” (v. 28) ¡Cuidado, hermanos! Jesús no está diciendo que la mujer de Lot era lesbiana, ni que amaba la homosexualidad, ni que simpatizaba con la inmoralidad. ¿Te das cuenta?

Ninguna de las cosas que mencionó Jesús es pecaminosa en sí misma. Entonces ¿Dónde está el problema? El problema está en que estas cosas cautivan el corazón, y el amor por Jesucristo comienza a enfriarse. Él deja entonces de ser nuestro primer amor, las cosas de este mundo se convierten en nuestro tesoro y, como dijo Jesús: “…donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt . 6: 21).

Quizá alguno pensará ingenuamente que a él no le pasará jamás algo así. A lo mejor piensa que en aquel día, al ver aparecer al Señor Jesucristo, en ningún caso será tan insensato como la mujer de Lot. Quien piense así, no está tomando en serio la advertencia de nuestro Señor Jesucristo, porque la enseñanza que deja la mujer de Lot es esta: En aquel día inexorablemente se revelará y se manifestará lo que hay en el corazón. En ese día no habrá tiempo para el arrepentimiento ni para convertir el corazón.

Por eso, hoy hay que acordarse de la mujer de Lot. Si hoy fuese el día de su venida, ¿qué pasaría contigo? ¿Hacia quién se inclinaría tu corazón? Hay una forma muy fácil de saberlo: ¿Anhelas verdaderamente que Jesucristo regrese hoy? Si tu respuesta no es sí, entonces no estás listo para aquel día. Algo o alguien está primero que el Señor en tu corazón y aquel día lo revelará. Siempre que estamos frente a una situación repentina nos aferramos a lo que más amamos. Por ello, Jesús advirtió: “Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará” (v. 33).

Por eso, Jesucristo hoy está llamando y advirtiendo. Por ello, actualmente vivimos días de restauración. En todo el mundo el Espíritu Santo está soplando, para volver a encender la llama del amor y de la pasión por nuestro bendito Señor Jesucristo y para que ante la proclama del amado: “Ciertamente, vengo en breve”, nuestro corazón, sin titubeos, responda: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Todo esto, para que, en definitiva, a la iglesia no le ocurra lo que a la mujer de Lot.