Cómo el mundo científico actual, dominado por el naturalismo, niega a Dios y su acción creadora.

Entonces Pablo poniéndose en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, percibo que sois muy religiosos en todo sentido. Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay…».

– Hechos 17:22-24.

La porción bíblica previa relata un importante hecho histórico ocurrido en el primer siglo de nuestra era. El apóstol Pablo se encuentra en el centro del conocimiento mundial para esa época (Atenas), y se está enfrentando a los sabios y eruditos de Grecia, a los cuales les declara que todo lo creado anuncia la obra de un Diseñador glorioso y Todopoderoso (Sal. 19:1).

Más adelante en este mismo capítulo, la Escritura afirma que Dios pasó por alto los tiempos de ignorancia (17:30), pero ahora ya no, porque existen pruebas indubitables del acto creacional divino y de Jesucristo y su sacrificio y resurrección, como el único Camino al Padre, por lo cual solo resta que el mundo sea juzgado en justicia (Hechos 17:31)

De la obra redentora realizada por Jesucristo en la Tierra existen variados y contundentes registros escritos que lo avalan como un hecho histórico. Por lo tanto la fe de los cristianos no es un estado mental, como lo quiere hacer creer la neurociencia hoy.

Muchas de las religiones orientales, tan de moda hoy en el mundo occidental, sí son un estado de la mente, pero el cristianismo no lo es, está enraizado en portentosos hechos históricos, registrados y escritos por historiadores judíos no cristianos (Flavio Josefo, 37-39 d. C.), por historiadores romanos (Cornelio Tácito, 56-117 d. C.), por autoridades políticas romanas (Poncio Pilato, 26-36 d.C.), por historiadores griegos (Lucien, 100 d.C.), y registrado por la Biblia, principal escrito de la obra creadora y redentora de Dios. Se trata entonces de un enorme cúmulo de pruebas históricas que respaldan la vida y obra de Jesús descrita en los evangelios y demás libros del Nuevo Testamento.

Conociendo al Creador

Pero es muy interesante el hecho de que Pablo iniciara secuencialmente su discurso en Atenas, dando primero a conocer al Creador (Hech. 17:24), y en seguida a Cristo como Redentor y Salvador. Es lo mismo que se enseña en el primer capítulo de Juan y de Hebreos, donde el Salvador de hoy fue también el Creador en el principio de todo. Se trata de la misma Persona, el Hijo de Dios.

Sin embargo hoy el secularismo y el panteísmo científico niegan a Dios y su acción creadora; pero en su reemplazo alaban a lo creado y a lo prodigioso de la madre naturaleza y sus leyes.

Lo peligroso de estas filosofías es que están contaminando los fundamentos de la fe cristiana, y hoy se suele escuchar a ciertos creyentes que ser creacionista no está bien para un cristiano. Ser creacionista es ser retrógrado, anticuado, habiendo tantas explicaciones y teorías seculares acerca de los distintos orígenes.

Por su parte, la teología liberal no le da crédito literal al Génesis y dice seguir a Cristo pero a la vez afirma que la responsabilidad final respecto a las cosas que han sido hechas radica en las fuerzas evolutivas, lo que es validado por el panteísmo científico.

Ante estos últimos planteamientos cabría preguntarse si Cristo habrá sido creacionista. Una respuesta categórica, dada por el propio Jesús, se encuentra en Marcos 10:6.

Panteísmo sí, Creacionismo, no

El fin último de la investigación científica debiese ser la búsqueda de la verdad, independiente de si ésta se enmarca en el ámbito natural o sobrenatural. Sin embargo, se parte investigando con un supuesto a priori, esto es que solo se reconocerá aquello que esté validado por las leyes y principios naturales, en el marco de la filosofía denominada «Naturalismo Metodológico».

Cuando los resultados de las investigaciones son tan extraordinarios que sobrepasan a la explicación naturalista, como la fabulosa belleza matemática con que funciona el universo, o lo prodigioso de la información codificada contenida en el ADN de los genes, se apela al panteísmo científico. Entonces se leen artículos científicos o se escuchan conferencias académicas donde se incluyen frases como: «la gran sabiduría de la madre naturaleza», o «es una maravilla como la evolución descubre soluciones a los problemas de los seres vivos».

Frases de este tipo son totalmente aceptadas en revistas y libros científicos, pero apelar al Diseño Inteligente o a un acto de Creación para explicar la alta complejidad bioquímica y molecular de los seres vivos, o a la fabulosa estructura ecosistémica de la Tierra, por ningún motivo.

La mano humana, un prodigio sobrenatural de diseño biomecánico no reconocido como tal

La mano humana, dotada de cuatro dedos y un pulgar oponible, puede realizar las tareas más finas y complejas, como enhebrar una aguja, o interpretar complejas obras musicales en violín o piano.

Está compuesta de un conjunto de 27 huesos (ubicados en el carpo, metacarpo y dedos), unidos por más de 120 ligamentos. Posee además tendones, nervios, vasos sanguíneos, y cartílagos.

Todo ello actúa de modo finamente coordinado ante un movimiento de la mano. Y si es el dedo pulgar el que está trabajando, entonces es una gran cantidad de neuronas cerebrales las que participan, llegando a ocupar cinco veces más espacio en nuestro cerebro que lo que ocupa una pierna que se activa. Tal es la complejidad de la mano humana.

Por ello es que cuando una persona sufre un accidente grave en algunas de sus manos, con un nivel de traumatismo mayor, se hace muy difícil encontrar un cirujano de manos que se haga cargo de intervenir quirúrgicamente al accidentado.

Es más fácil encontrar un cirujano de caderas, de rodillas o de hombros, pero hallar un buen cirujano de manos es muy difícil, lo que revela en alguna medida la alta complejidad de esta parte de nuestro cuerpo.

Recientemente, un interesante artículo científico que da cuenta de una profunda investigación sobre la anatomía de la mano humana, tuvo que ser retirado por la revista científica que lo publicó, debido a las innumerables críticas que llegaron a la dirección de la revista, porque el artículo en cuestión hacía referencia en el texto a un «Creador», como responsable del fabuloso diseño de la mano.1

El artículo que fue revisado por pares científicos, y publicado en la revista Plos One el 5 de enero de 2016, exploró el vínculo entre la arquitectura biomecánica de la mano y su extraordinaria capacidad para coordinar los movimientos. Fue escrito por reconocidos investigadores de prestigiosos centros de investigación científica (Huazhong University of Science and Technology de China y Worcester Polytechnic Institute de Massachusetts, EE. UU.)

El estudio concluyó que la relación entre la estructura anatómica de la mano y su capacidad para asir objetos es «el diseño apropiado por parte del Creador para llevar a cabo una multitud de tareas diarias de forma cómoda». En el artículo escribieron la palabra «Creador» con mayúscula, dando a entender con ello algún tipo de participación sobrenatural en el diseño de la mano.

Las críticas desde el ambiente científico fueron feroces, emanadas desde investigadores devotos del evolucionismo mundial, donde algunos de ellos hablaban no solo de eliminar el artículo sino la revista completa. Ello obligó finalmente a la revista a sacar el artículo y retractarlo para que no pueda ser citado.

¿Cuál fue el grave problema de la publicación? ¿Tal vez las hipótesis mal planteadas? ¿O quizás los resultados eran inconsistentes con la metodología? No, todo esto estaba bien. La única falla fue inferir, después de haber comprobado experimentalmente que la mano humana funcionaba de modo tan espectacular, que la mejor explicación apuntaba a que esta habría sido diseñada por el Creador.

El error fue el no haber concluido que la mano humana surgió por procesos evolutivos a lo largo de millones de años. Si el escrito hubiese incluido una frase panteísta, como por ejemplo, «la madre naturaleza diseñó la mano humana prodigiosamente», entonces nadie habría presionado a aquella revista científica para que retractara el artículo después de haberlo publicado.

Los científicos chinos, intentando sobrevivir en el difícil mundo científico dominado por el naturalismo ateo, escribieron a la revista señalándoles que en realidad lo que ellos quisieron decir fue que el apropiado diseño de la mano humana fue dirigido por la naturaleza (como resultado de la evolución). «Si ustedes nos permiten, cambiaremos la palabra Creador por naturaleza», dijeron.

Pero los directores de la revista Plos One tenían fuertes presiones de todo el mundo, con amenaza de cierre de su revista, por lo que finalmente no aceptaron la propuesta de los científicos chinos y Norteamericanos. Efectivamente, si la palabra naturaleza en vez de Creador hubiese estado desde el principio, ello habría satisfecho los criterios panteístas de la ideología evolucionista y no habría habido ningún problema con la publicación.

Que la mano humana posee un diseño extraordinario y que además es única en el reino animal ha sido comprobado también por otros investigadores.

Un reciente estudio que intenta establecer relaciones de ancestro descendencia entre monos y humanos por medio de una comparación anatómica de la mano2, concluye que una simple relación morfológica como lo es comparar el tamaño del pulgar respecto al dedo, entre humanos y monos, «no permite establecer hipótesis competentes» acerca de la eventual evolución humana a partir de los monos porque la mano humana tiene una conformación morfológica única.

La mano humana está dotada con miles de mecano-receptores de diferentes tipos distribuidos a través de la piel, cada uno inervado por uno o más grandes fibras nerviosas cubiertas con mielina.

Estas fibras transmiten toda la información sobre los eventos de contacto que experimentan nuestros dedos y nos proporcionan una exquisita sensibilidad acerca de las propiedades de forma y superficie de los objetos que son tocados.3

Debido a este maravilloso diseño de la mano humana, es que un pianista notable como lo fue Claudio Arrau, podía arrancar de las teclas del piano las extraordinarias obras maestras de Beethoven, y llegar con sus dedos en fracciones de segundos a las teclas exactas en los tiempos exactos, con la delicadeza y presión adecuada, realizando notas tan complejas como el cubrir una décima (de mi bemol a sol bemol).

Diseño sí, pero sin diseñador

El naturalismo metodológico forma parte de las bases del funcionamiento científico actual y está declarado explícitamente como tal. En 1999, una de las más importantes revistas científicas del mundo4 publicaba un artículo en que afirmaba lo siguiente: «Incluso si todos los datos apuntan a un diseñador inteligente, tal hipótesis queda excluida de la ciencia porque no es naturalista».

Otros naturalistas como Richard Dawkins han afirmado que cuando se descubre diseño en la naturaleza, debemos fingir que en realidad no estamos viendo diseño. Dawkins escribió: «La biología es el estudio de cosas complicadas que dan la apariencia de haber sido diseñadas para un propósito»5.

Los sabios de hoy han tenido múltiples opciones de escuchar y acceder a la Palabra de Dios, y también disponen de mucho conocimiento científico que da cuenta del Creador a través de las cosas hechas. Sobre todo a los intelectuales y sabios de las Américas se les ha dado mucho más conocimiento de Dios respecto a otras regiones de la Tierra, especialmente en el último siglo.

Por el contrario, los sabios griegos del primer siglo no tuvieron el enorme conocimiento científico que hoy apoya el accionar de un Creador en los orígenes de todo, incluyendo al ser humano y sus manos extraordinarias, ni tampoco sabían de Cristo y su obra redentora. Ellos no conocían a Dios, hasta que vino el apóstol Pablo y se los dio a conocer.

Hoy, 2.000 años después, con el evangelio predicado en múltiples instancias, y con toneladas de información científica que avalan al Creador y su portentosa obra, muchos científicos y filósofos prefieren engañarse a sí mismos diciendo que las complejidades observadas tienen solo apariencia de haber sido diseñadas.

Es la absurda paradoja de que reconocen diseños extraordinarios en los seres vivos y en la naturaleza que les rodea pero niegan tajantemente que exista un Diseñador que las creó.

Entonces ya no se trata de ignorancia obligada. Definitivamente, ellos ignoran voluntariamente al Creador.

Bibliografía

    1. Ming-Jin Liu, Cai-Hua Xiong, Le Xiong, Xiao-Lin Huang. 2016. Biomechanical Characteristics of Hand Coordination in Grasping Activities of Daily Living. ( PLOS ONE. DOI:10.1371.
    2. Almécija S., J.B. Smaers & W.L. Jungers. 2015. The evolution of human and ape hand proportions. Nature Communications|6:7717|DOI: 10.1038/ncomms8717.
    3. Hannes S. et al. 2017. Simulating tactile signals from the whole hand with milli-second precision. PNAS, 114 (28).
    4. Scott T. 1999. A view from Kansas on that evolution debate. Nature, Vol. 401:423.
    5. Dawkins R. 1986. The Blind Watch-maker. Ed.: WW Norton & Co.